La técnica es la del «circo social», en la que la enseñanza de prácticas circenses es un vehículo de inclusión, adquisición de habilidades y refuerzo de la autoestima. En esta ocasión, en las residencias de mayores, dos personas, un trabajador social y un instructor, trabajan de manera conjunta para, aunque con papeles diferenciados.
El instructor es la persona que tiene una habilidad técnica que le permite enseñar disciplinas circenses y a la vez una habilidad social que facilita el trabajo en grupo.
El trabajador social conoce a los participantes y su entorno, sus dificultades y a través de una relación de confianza transforma las sesiones de circo en aprendizajes para la vida.
El circo es una estrategia de intervención original e innovadora, y muy atractiva para aquellos a los que se quiere acercar. El proceso de enseñanza y aprendizaje de técnicas circenses tiene como fin último la inclusión de personas, sin que importe su circunstancia vital. Las diversas disciplinas circenses (malabares, acrobacias, equilibrios, clown…) son atractivas de ver y causan deseo de intentar emularlas. Con las personas mayores de las residencias, desde la asociación comentan que se obtienen logros que favorecen la recuperación motora, por ejemplo.