Más de 300 responsables de residencias para personas mayores se reunieron
en Valladolid convocadas por la Consejería de Familia e Igualdad de
Oportunidades para impulsar el modelo «En mi casa».
Castilla
y León, junto con el País Vasco, es pionera en España en este modelo de
convivencia que se inició con el gobierno del PSOE, pero que fue frenado por
siguiente ejecutivo.
Este modelo lleva años de éxito en los países nórdicos y los expertos
defienden que su implantación debe estar por encima de colores políticos y de
prejuicios como el de que personas afectadas por demencias no pueden acceder a
él.
En «En mi casa» los profesionales atienden siempre al mismo grupo de
personas mayores, no rotan, y la asistencia está basada en la atención
personalizada y la participación de las propias personas, a las que se les
escucha y se respeta sus deseos y opiniones con respecto a cómo quieren vivir,
aunque sufran deterioro cognitivo y tengan menos autonomía. En este modelo,
personas con graves demencias mejoraban su calidad de vida de manera visible.
«En mi casa» desarrolla unidades de convivencia dentro de las residencias para
acercarse a un hogar real con espacio donde desarrollar una vida y unas
aficiones elegidas por el propio residente.
En Castilla y León ya hay cien centros que siguen este modelo, apoyados por
dos decretos y, sobre todo, por los profesionales del sector, y el objetivo es
llegar en breve a los alrededor de mil que hay en la Comunidad. Las
asociaciones Lares y Acalerte han iniciado una
transformación que pretende cambiar el concepto de residencias que se
confundían con hospitales, aunque se mantengan centros sociosanitarios y
diferentes niveles de atención.
El modelo de unidades de convivencia persigue que la persona mayor, cuando
decide que es el momento, o cuando se ve en la necesidad de ir a vivir a una
institución, sienta que cambia de casa, pero solo eso, pues sigue tomando sus decisiones,
aunque sea con apoyo, que los horarios y actividades se adaptan a sus gustos y
necesidades, que los profesionales son siempre los mismos y una referencia, que
la familia es parte fundamental y que siempre está la puerta abierta.
En definitiva, la calidad de vida no solo está en el cuidado de la salud,
también está en llevar una vida con sentido y acorde a los deseos que se
tienen, y esto no tiene porqué ser más caro que el modelo de residencia
geriátrica tradicional.