Para realizarlo, se analizaron datos de neuroimagen de 122 personas cognitivamente sanas (87 mujeres y 35 hombres, con una edad media de 68,2 años), incluyendo participantes del estudio internacional The Walnuts and Healthy Aging Study (WAHA).
Los datos recabados demostrarían que la educación, es decir, la actividad cognitiva estimulante interviene en la plasticidad cerebral y esto influye en las características moleculares de las áreas cuyo espesor varía. Así, el grupo de personas con más educación académica presentaba mayores espesores corticales en el lóbulo frontal, concretamente en las regiones prefrontales del cingulado anterior y la corteza orbital. Estas áreas se relacionan tano con la plasticidad cerebral como con la respuesta inmunológica.
La importancia de estudio está en que añade conocimiento acerca de los mecanismos que explican cómo los altos niveles de educación se asocian con el mantenimiento de la función cognitiva en la vejez. Esto es fundamental para la prevención y tratamiento del deterioro cognitivo, pues propone nuevas direcciones para futuros estudios moleculares sobre la salud cerebral en laedad avanzada.
También se investigó si estas regiones que aumentaban de grosor tenían diferencias a nivel molecular en su genética respecto al resto de áreas del cerebro.
Todavía se está lejos de encontrar remedios definitivos que sean eficaces del todo ante el deterioro cognitivo. El envejecimiento de la sociedad lleva aparejado el aumento de las enfermedades neurodegenerativas, por lo que las investigaciones se centran en controlar su aparición y los síntomas.
La educación académica y el ejercicio mental diario apuntan como herramientas importantes, por los centros de día, residencias para la tercera edad, etc., siguen las recomendaciones de mantener el cerebro ocupado con juegos matemáticos, de palabras o de atención y memoria.