La caída de nacimientos y la no fijación de la población joven provocará que en el año 2031 un tercio de la población coruñesa sea mayor de 65 años.
Esto se traduce en que el número de menores de catorce años caerá un 22 % y el de mayores de 65 aumentará un 34%, hasta llegar a los 30 000.
La mejor expectativa general de las condiciones de vida y salud, harán que las personas centenarias sean el doble que las que se registran ahora. Son unos cambio muy notables que se van a dar de manera acelerada en solo quince años.
Las personas de entre 75 y 79 años, que pasarán de 15 150 a 21 257, y las que tengan edades comprendidas entre los 95 y los 99 años pasarán de 790 a 2605. Las personas centenarias aumentarán su número de 110 a 260, más del triple.
Aparte está el caso de Betanzos y los ayuntamientos de su entorno. Se trata de una comarca ya muy envejecida, por lo que los cambio no van a ser tan llamativos.
El envejecimiento de la población no sería un problema tan extremo si se viera compensado por un número de nacimientos que sostuviera el crecimiento y garantizara la sostenibilidad económica de las pensiones y servicios sociosanitarios como servicios de geriatría, centros y residencias para mayores, etc.
Estos datos deben ser motivo de preocupación y motor para poner en marcha medidas que aborden el problema desde sus dos vertientes más importantes: en primer lugar el diseño de servicios sociosanitarios de calidad para una población mayor creciente y, por otro lado, el fomento de políticas de conciliación familiar y de apoyo al empleo que apoyen los nacimientos y ayuden a fijar la población joven.