Convivir con la COVID-19 es una realidad; sin embargo, eso no implica que deba bajarse la guardia ante la posibilidad de nuevos rebrotes o los síntomas de este coronavirus (y más cuando la vida está en juego). Por eso es natural preguntarse si sería necesario, especialmente en el caso de las personas mayores, recibir una cuarta dosis contra el SARS-CoV- 2.
Según se ha conocido por un
comunicado conjunto de la European Medicines Agency y el European Centre for Disease Prevention and Control, a día de hoy, no hay una evidencia que recomiende esa cuarta dosis (o segundo refuerzo) para la población general.

Tras el estudio que se ha llevado a cabo en Israel, donde la vacunación comenzó antes que en España, parece ser que los resultados tras examinar esta cuarta dosis (administrada cuatro meses después de la tercera) parece ser eficaz. Sin embargo,
dicha protección frente al coronavirus parece reducirse drásticamente (insistimos: en el estudio realizado).
Además, en el estudio, con la variante ómicron azotando Europa, no concluyó que esa cuarta dosis redujera los efectos en la población general. Sin embargo, en distintos países (entre ellos España) la cuarta dosis se reserva para casos muy específicos.
A su vez, hay que tener en cuenta que las distintas variantes podrían modificar algunos aspectos de las vacunas convencionales que se están administrando, de ahí que es importante seguir en este aspecto las directrices sanitarias de los distintos Gobiernos y, si fuera necesario, esperar a recibir la vacuna que resulte más eficaz.
Porque, si algo hemos aprendido durante la pandemia, es a adaptar las estrategias de salud publica a cada situación concreta y al conocimiento científico.