La gripe es especialmente grave en personas mayores no vacunadas y con
factores de riesgo y es una de las causas de fallecimientos en la población
mayor que más hay que tener en cuenta, pues se puede prevenir en parte con la
campaña de vacunación previa y tomando medidas que eviten el riesgo de contagio
una vez llegada la epidemia anual.
Con la edad se van perdiendo los mecanismos de defensa ante las infecciones y se es más sensible al frío, esta última circunstancia provoca con entumecimiento de los músculos y dolor en las articulaciones. En resumen, nos volvemos más frágiles. Pero se pueden hacer cosas y tener hábitos que reduzcan esa fragilidad y aumenten la calidad de vida.
Algunos de estos hábitos y acciones a mantener durante todo el año son: seguir una dieta equilibrada de tipo mediterráneo que ayuda a que el cuerpo esté preparado para el invierno, vacunarse contra la gripe y la neumonía en el plazo recomendado, hacer ejercicio moderado que ayuda a una buena tonificación muscular, y usar antibióticos solo cuando el médico lo prescribe y seguir escrupulosamente sus indicaciones, pues su abuso hace a los gérmenes inmunes y cuando aparecen afecciones graves los tratamientos a los que se debe recurrir son más agresivos, con los riesgos que esto comporta.
Con el invierno, lo mejor es mantener la temperatura corporal usando los mecanismos de siempre: salir a la calle abrigado y taparse la boca con una bufanda, que evitará que entren gérmenes y que se enfríen las mucosas, y mantener una temperatura estable en casa y tener cuidado con los cambios bruscos del frío de la calle al calor de los locales de ocio o tiendas. Además, se debe seguir cuidando la alimentación y no descuidar el ejercicio ni las actividades, por mucha pereza que dé salir de casa o de la residencia de la tercera edad.