Cuidar a padres, tíos y otros familiares dependientes no es baladí ni sencillo. Es una tarea complicada, ardua y que exige mucho sacrificio: implica estar pendiente de cubrir todas las necesidades que la persona mayor tiene y que ya no puede satisfacer por sí misma.
A la hora de atender a una persona mayor es muy importante tener en cuenta aspectos como su privacidad, su dignidad y sus sentimientos, pues para ella también implica un esfuerzo dejarse cuidar o dejar de hacer determinadas tareas que antes realizaba con normalidad.
El cuidador habitual de familiares mayores debe ser consciente también de todas las pautas y directrices que los médicos y especialistas le indiquen para atender a la persona mayor de la mejor forma posible, e intentar tener el apoyo de otros cuidadores, ya sean familiares o ajenos al núcleo familiar.
Además de atender a la persona con necesidades, el cuidador también debe
cuidarse a sí mismo, pues la carga psicológica que esta tarea implica en ocasiones puede superar a la carga propia de los esfuerzos físicos. Para intentar hacer más llevadera la tarea de cuidador, existen numerosos profesionales capaces de hacer más liviana tareas como la limpieza doméstica, la higiene de las personas mayores, la elaboración de menús especializados o, también, de atender a la persona durante unas horas o días para que el cuidador habitual pueda despejarse; tampoco debemos olvidarnos de las
residencias geriátricas y centros de día, donde los
cuidadores profesionales atienden diligentemente a los residentes mayores. Esta última opción es recomendable en casos de
personas dependientes.