El estudio " Discapacidad y dependencia en la vejez. Escenarios de futuro" realizado por investigadores del CSIC y premiado por los recientemente entregados premios de Investigación de Obra Social de Caja Madrid alerta sobre la falta de profesionales para atender a la población mayor dependiente. Según se desprende del citado análisis serán necesarias cerca de 700.000 personas a tiempo completo para poder atender a la población mayor de aquí a 20 años. De acuerdo con las últimas estimaciones demográficas en el 2025 podrían haber en nuestro país cerca de dos millones y medio de personas que precisarían asistencia para realizar las actividades básicas de la vida diaria.
El citado estudio del que se hace eco la razón en su edición del pasado día 23 de Marzo, muestra una situación bastante alarmista. María Dolores Puga, investigadora y conductora del informe manifiesta como una de las principales conclusiones del estudio la crisis del actual sistema familiar y su escasa sostenibilidad a medio plazo. Será necesaria un nuevo modelo de protección social.
En la actualidad ya hay cerca de 1.700.000 personas mayores dependientes, aunque la mitad de las mismas puede sobrevivir de forma autónoma, el resto precisa de asistencia para poder hacer frente a la rutina diaria. Hasta ahora buena parte del problema se ha solucionada a través de la figura de la cuidadora informal pero la incorporación paulatina de la mujer al mercado laboral exige un cambio en el modelo asistencial actual ante la desaparición de este perfil.
A esta circunstancia se une el progresivo envejecimiento de la población y por consiguiente el creciente número de mayores con dependencia, lo cual implica un mayor número de personas necesarias para el cuidado de este colectivo de personas.
Si las previsiones se cumplen en el 2025 se contará con menos de un cuidador por cada persona anciana que lo precise. Todo ello nos debe hacer reflexionar y sobretodo planificar como se puede sobrellevar este problema social.
La soluciones posibles que nosotros vislumbramos pasan por diferentes medidas
ninguna de ellas incompatible con la anterior. Por una parte la falta de profesionales
preparados hará necesaria la agilización de los planes de estudio
en los que la persona mayor constituye el eje central. De esta manera se puede
incentivar a los jóvenes para que orienten sus profesiones de futuro
al cuidado de los mayores. La inmigración, que actualmente es uno de
los pilares fundamentales del cuidado informal a mayores, continuará
creciendo ya que ante estas expectativas, sus posibilidades de conseguir un
trabajo en nuestro país prevalecerán.
Por otro lado a nuestros mayores, mejor dicho a los mayores del mañana,
les corresponderá realizar un importante cambio de mentalidad y de concepción
de la vejez. Trasladarse a entornos preparados y acondicionados para la dependencia
se convertirá, necesariamente, en una práctica habitual e incuestionable
para buena parte de la sociedad española. De esta forma se podrán
aprovechar recursos materiales, pero sobretodo humanos para poder ser atendidos.
Esperemos pues a ver como evoluciona la ciencia y la sociedad en los próximos
años.