Según un estudio riguroso llevado a cabo por la Sociedad Española de Medicina Geriátrica, se necesitan entre 4.300 y 12.500 camas, lo cual supone un déficit entre el 80% y el 93%. Estas cifras todavía son mayores si se tienen en cuenta las plazas hospitalarias que se requieren para recuperación funcional de mayores (cerca de 3800 camas).
La denuncia implícita en este estudio está asociada a la falta de voluntad política para solucionar este problema. Desde el punto de vista sanitario la solución que se aporta es la puesta en marcha de dispositivos de atención geriátrica, cuya implantación no sólo no incrementaría los costes, sino que, tal y como algunos estudios concluyen, los abaratarían.
Pero ahora bien, ¿El sector residencial para personas mayores no tiene nada que decir ante esto? Hay todo un conjunto de realidades que quienes conocen el sector no pueden obviar:
Todas estas premisas, conjugadas de una manera coherente, y por supuesto de la mano de una Administración Pública como parte interesada por motivos sociales y porqué no decir políticos, pueden ayudar a paliar el problema. El coste por plaza en la residencia más cara de todo el estado, no alcanza ni de lejos el coste de una plaza hospitalaria. Sin embargo, cada vez hay más centros en teoría asistenciales, pero a la práctica equipados como verdaderos centros socio-sanitarios. Porqué no aprovechar estos recursos!
Siempre partiendo de criterios médicos para decidir que personas pueden ser atendidas en centros para mayores, ésta sería una solución para todos. Los hospitales por su parte podrían mejorar la calidad de su asistencia. Las residencias verían cubiertas parte de sus plazas. Pero, aunque parezca contradictorio, los más favorecidos serían los mayores y sus familias, al poder abandonar el entorno hospitalario y poder recuperarse en un entorno más cálido, volverían a un hogar.
¿Son las residencias geriátricas una solución a estos problemas?