Esta situación, si no se
toman medidas, que tampoco se sabe bien su alcance, va a llevar a una sociedad
muy envejecida con una mano de obra de solo el 25 % de la población en
2050. Esto hace muy difícil sostener un sistema de pensiones y prestaciones
sociales para personas de edad muy avanzada y, por tanto, en gran número
dependientes, que precisarán residencias geriátricas, centros de día, servicios de geriatría, ayudas de
prótesis… En cifras, según la OCDE en 2018 el gasto social para atender a la
tercera edad representó el 18,8 % del producto interno bruto (PIB) y en en 2060
será del 23,2 %.
Una de las soluciones es aumentar la edad de jubilación, que en el 80% de las empresas es a los 60 años. Otra el fomento del empleo femenino, pues las mujeres encuentran dificultades tanto para acceder al empleo como para promocionar. Las diferencias salariales entre hombres y mujeres (la tercera más grande en los países de la OCDE) son muy notables y existe una presión social hacia la mujer cuando se casa para que deje de trabajar.
También las mujeres están infrarrepresentadas políticamente y en las empresas. De hecho, son solo el 10 % de los integrantes de la cámara baja del Parlamento, y Japón es el penúltimo país entre los miembros de la OCDE en cuanto al número de mujeres en los consejos de administración.
Otra recomendación es que aumente el número de extranjeros para que crezca la mano de obra. Japón está en el antepenúltimo lugar entre los países de la OCDE en cuanto a la proporción de extranjeros.
Japón es la avanzadilla de lo que puede suceder en breve en los países europeos, por lo que es importante estar atentos y adelantarse con las soluciones.