Algunos expertos aconsejan que no se deje de trabajar de golpe, sino que se haga de manera gradual. Las horas que se van liberando del trabajo se pueden ocupar con actividades que no se hacían por falta de tiempo: hacer deporte, pasear, leer, acudir a conferencias o espectáculos, iniciar una carrera, etc.
Una de las manera típicas de afrontar la jubilación es la que parte de la frase «me voy a dedicar a descansar». Es una actitud que aunque pueda parecer lógica, genera enseguida aburrimiento y sentimientos de inutilidad. Renunciar a tener nuevas responsabilidades o a seguir aprendiendo es plantearse que descansar es no hacer nada, cuando debería significar que se descansa de lo hecho hasta ahora para afrontar nuevos retos que, además, son elegidos.
Esta actitud poco constructiva y, a la larga, perjudicial para el ánimo y la salud puede deberse a que a persona se siente liberada de deberes profesionales y eso le lleva a pretender liberarse del resto de deberes: sociales, familiares… También pude deberse a que se siente el «peso de la edad», es decir, la pérdida de ciertas facultades físicas o de energía lleva a apoltronarse, sin dar la oportunidad de desarrollar y mantener otras actividades.
Los ejemplos de personas muy longevas que se han mantenido activas hasta el final abundan. La claves son sencillas, cuando la salud acompaña en grado suficiente: mantener la curiosidad, las ganas de aprender y el impulso por hacer cosas.
Practicar deporte, leer, aprender un idioma, ir a clases de informática, pintar, etc. Y sobre todo promover las relaciones sociales. La mejor manera de conseguir un envejecimiento activo es estar al tanto de lo que ocurre en el mundo, interesarse por el entorno y lo nuevo que pasa, ser activos ante los cambios y acoger con agrado lo que se ofrece para no vivir ajenos a lo que pasa alrededor.
Si se mira la vida con interés, se abre una nueva etapa en la que se puede viajar, estar más tiempo con la familia y los amigos, desarrollar aficiones o emprender proyectos vitales. Hacer labores de voluntariado es un ejemplo perfecto para sentir que la experiencia acumulada es útil para lo demás.
En cualquier ámbito, se debe combatir la vida sedentaria y el aislamiento. Cada
cambio, la jubilación o irse a vivir en una residencia para la tercera edad, puede ser una oportunidad,
depende de la actitud.