La actividad física reduce el riesgo de discapacidad física y mejora la movilidad

09/07/2021

A medida que envejecemos aumentan las probabilidades de sufrir alguna lesión o eleva el riesgo de padecer una enfermedad. El sistema inmunológico es más débil y nuestro cuerpo experimenta distintos cambios. Entre ellos se encuentran la falta de agilidad, flexibilidad, reflejos, enfermedades, despiste, memoria, etc.

Por ese motivo, investigadores estadounidenses llevaron a cabo un estudio (financiado por el NIH, agencia de investigación médica de los Estados Unidos) con más de 1600 adultos. Las personas que participaron en el experimento se encontraban en riesgo de discapacidad física y, la edad, comprendía entre los 70 y los 89 años.

El estudio se dividió en dos grupos aleatorios: un grupo que realizaba actividad física de intensidad moderada y, el segundo grupo, participó en un programa de educación para la salud centrado en el envejecimiento fructífero. El primer grupo, realizaba 150 horas semanales de actividad física: caminar a paso ligero, entrenamientos de fuerza y equilibrio, ejercicios de flexibilidad, etc. Por otra parte, el grupo de control, es decir, el segundo grupo de educación sobre la salud, estuvo presente en 26 talleres semanales, seguido de reuniones semanales.

Este estudio duró aproximadamente dos años y medio y los resultados surtieron efecto. Se pudo comprobar que el grupo de actividad física redujo en un 18 % el riesgo de sufrir una discapacidad de movilidad en comparación con el grupo de control. Además, el primer grupo consiguió tener más autonomía a la hora de andar. Los investigadores de dicho estudio realizado en el Instituto Nacional de Envejecimiento (NIA, por sus siglas en inglés) tuvieron éxito y, actualmente, continúan en la investigación de otros estudios sobre la prevención de la inmovilidad.

En definitiva, este estudio, y muchos otros, nos demuestra que la actividad física en las personas de la tercera edad es vital, independientemente de que vivan en sus casas o en residencias de la tercera edad. Además de ayudar a la prevención de inmovilidad y de enfermedades, el ejercicio diario ayuda en la liberación de endorfinas y estrés, provoca una socialización para aquellos que sufren la soledad diaria, mejora el contacto con el exterior y con la naturaleza. En resumen, practicar ejercicio de forma regular ofrece numerosas ventajas para llevar una vida activa, evitar enfermedades y reducir el riesgo a padecer discapacidad de movilidad.

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