El envejecimiento de la población está llevando a la industria de la moda a
empezar a pensar que la tercera edad es un sector en el que hay que fijarse y
para el que hay que trabajar de manera específica, igual que han hecho otras
industrias como las de telefonía y las de diversos aparatos electrónicos que
facilitan la vida a las personas con problemas de movilidad, de vista, etc. o
con menor preparación tecnológica por cuestiones generacionales
La realidad es que cuando llega la edad de jubilación las personas con 65 años y más no se sienten ancianas como veían a sus padres, sus expectativas vitales son amplias y su calidad de vida mayor. Sin embargo, a medida que pasan los años, menguan las opciones de ropa adecuada, cómoda y atractiva para ellas, y no estamos hablando de un traje o un abrigo más o menos bonito, eso estará siempre, sino de prendas que contemplen las dificultades que se presentan cuando ya no se es del todo autónomo para moverse o asearse o cuando se vive en un entorno colectivo en el que para una adecuada higiene practicidad.
Se trata en su mayoría de ropa interior de señora y caballero, pijamas, batas, camisetas térmicas, calcetines… aunque también hay blusas, pantalones, pantalones, chaquetas...
Estas prendas están preparadas para que sean fáciles de poner y quitar y para ser lavadas en máquinas industriales, por lo que son especialmente adecuadas para residencias geriátricas.