Normalmente, las personas mayores aficionadas empezaron de niños, pero también de vez en cuando hay quien se anima cuando le llega la hora de la jubilación y aumentan las posibilidades de ocupar el tiempo libre.
La pesca tiene características que la hacen especialmente atractiva cuando se dispone de tiempo y se quiere un contacto con la naturaleza que vaya más allá del paseo o la mera contemplación.
En primer lugar, salir del entorno del hogar o de la residencia para la tercera edad para disfrutar de la contemplación de la naturaleza y de la vida animal es estimulante y enriquecedor.
En segundo, la organización de la actividad con compañeros y los que ocasionalmente se encuentran es la ocasión perfecta para establecer relaciones de calidad en torno a una afición común.
Y en tercero, lograr una captura es una satisfacción que, si además se disfruta en la cocina, hace que el pescador se sienta francamente bien.
Además, para practicar la pesca no hay que ser un atleta, basta con tener cierta agilidad si se trata de ir río arriba, río abajo; saber nadar si la práctica es desde una embarcación; cultivar la paciencia; y disponer de tiempo no solo para actividad, sino también para los desplazamientos que ocasionalmente esta requiera, montar el equipo y el tiempo de espera mientras pican los peces o no.
Ahora está cerrada la veda, o hace frío, aunque a la orilla del mar siempre se puede poner la caña, pero es el momento de ir pensado si, para cuando se abra, igual es una actividad lúdica y deportiva que nos apetece hacer o que puede apetecer a las personas mayores de nuestro entorno, y podemos ir informándonos, viendo equipo y empezar a programar excursiones con compañeros de afición.