Estos cambios,
junto con las bajas temperaturas, pueden afectar a la salud física y
psicológica. Si nos centramos en los excesos que se hacen con la comida, variar
la dieta por comidas más abundantes, especiadas, grasas, sobrebundancia de
dulces… combinado con las alteraciones de horarios, no es difícil deducir que
las personas mayores pueden verse afectadas por digestiones pesadas, malestar o
trastornos asociados a la ingesta excesiva o de alimentos no recomendados.
Comer bien en Navidad no tiene que ser incompatible con comer sano. Se deberá tener en cuenta las intolerancias o los alimentos que la persona mayor no debe tomar, se moderará el uso de la sal y se procurará equilibrar recetas variadas y apetecibles con la correcta combinación de proteínas e hidratos. Todo para que una mala digestión, un exceso de sal o de alcohol, arruine la velada.
También es importante tener en cuenta que las calorías extra contribuyen de manera positiva a la prevención de problemas asociados al frío, como afecciones cardiovasculares, respiratorias y reumatológicas. Pero no hay que descuidar la protección frente al frío y vigilar la temperatura y ventilación de los espacios concurridos.
Por último, implicar a las personas mayores en la preparación de los festejos es lo mejor que se puede hacer para que todos disfruten, en la cocina, poniendo la mesa, entreteniendo a los pequeños, ayudando en la decoración… será la mejor manera de que disfruten, se sientan partícipes y con eso, cenas y comidas sientan mucho mejor y su salud no se resienta.