En nuestro país, según los datos de CEAFA, el cuidado de la persona con Alzheimer y otras demencias es mayoritariamente femenino. El 76 % de los cuidados de las personas con demencia en el ámbito familiar lo realiza una mujer, quien, además, debe compaginar esta tarea con sus obligaciones profesionales y de atención al propio hogar.
Este 2021, Naciones Unidas ha elegido el lema «Por un futuro igualitario en el mundo de la COVID-19», poniendo el foco en dos cuestiones: en la desigualdad estructural de las mujeres y en que la crisis sanitaria, social y económica provocada por la covid-19 ha sido y va a ser particularmente dura en la vida de las mujeres, quienes han desempeñado un papel extraordinario en el ámbito sanitario, la investigación y los servicios esenciales, pero también asumiendo la responsabilidad de los cuidados en el ámbito privado.
La crisis de la COVID-19 ha afectado más a las mujeres. Son muchas las trabajadoras que han debido acogerse a un ERTE, entre ellas muchas de las entidades y asociaciones del tercer sector de acción social al que pertenece CEAFA, o las que se han visto perjudicadas en otras profesiones. Son muchas las que han debido esforzarse en conciliar el trabajo, las tareas de casa, el cuidado de sus hijos e hijas, o el cuidado de padres, parejas y familiares dependientes.
Por eso, es necesario subrayar la labor que cada día realizan las cuidadoras familiares: esposas e hijas de pacientes con demencia que sufren una mayor precariedad laboral, que necesitan políticas activas y recursos para afrontar la lucha contra la desigualdad, la persistencia de la brecha de género, profesional y salarial, la brecha digital, la dificultad para conciliar todas las facetas de su vida, o las situaciones de aislamiento, pobreza, soledad y estigma.
Para Naciones Unidas, la crisis "ha puesto de relieve tanto la importancia fundamental de las contribuciones de las mujeres como las cargas desproporcionadas que soportan” y advierte de los nuevos obstáculos generados por la Covid-19, que vienen a unirse a los ya existentes.
Son muchos los desafíos y los obstáculos a superar, las pruebas que las mujeres y, sobre todo, las mujeres cuidadoras familiares han tenido y tienen por delante. La pandemia va a obligar a la sociedad a incorporar una serie de cambios, fruto del aprendizaje durante esta crisis sanitaria.
No debemos permitir que el trabajo de las mujeres en general y el de las cuidadoras familiares, en particular, siga siendo ajeno a los intereses comunes. Es necesario que se desplieguen políticas específicas y rotundas dirigidas a luchar contra esta manifestación de desigualdad que afecta a mujeres de toda edad y condición.