Según estudios de Tempur Sealy Internacional, la empresa fabricante de colchones y productos de cama, las personas que se encuentran en la tercera edad notan especialmente los cambios en los horarios y en las rutinas. Según los expertos, con este tipo de cambios provocan una reducción en la producción natural de melatonina y volver a acostumbrarse a la nueva rutina puede ser un proceso bastante largo (se estima que puede llegar a durar hasta dos semanas esta adaptación).
Aunque en jóvenes y adultos el cambio al horario de verano no tiene por qué suponer más que un ligero cansancio que a lo sumo perdure un par de días, los niños y los mayores sufren de forma más acuciante estos ajustes en el reloj.
A fin de favorecer la adaptación, en muchas residencias de la tercera edad, unos días antes, comienzan a adelantar poco a poco la rutina y las actividades diarias para que, llegado el cambio de hora, el residente apenas note el cambio más allá del reloj.
Este cambio de horario, unido al buen tiempo y a la casi completa inmunidad de los mayores que viven en centros residenciales de la tercera edad permitirá a los mayores disfrutar de agradables paseos, visitas al aire libre y distintas actividades propias de la época primaveral y veraniega.
Por ello, cabe recordar que el próximo domingo, cuando las manillas del reloj marquen las dos, habrá que adelantarlas a las tres.