Aunque hay una amplia variedad de alergias que se manifiestan durante todo el año (a ciertos productos químicos, a algunos animales, etc.), es en la primavera cuando se produce una mayor incidencia de esta patología, debido al aumento de polen en el ambiente. En España, una de cada dos personas padece o padecerá en el futuro algún trastorno de tipo alérgico.
A los síntomas más frecuentes, comunes para personas jóvenes y de la tercera edad, en edades avanzadas, la piel y los ojos presentan mayor sensibilidad, por lo que estos síntomas pueden ser más intensos y ocasionar mayores rinitis, congestión nasal, rinorrea acuosa, estornudos y síntomas oculares como conjuntivitis alérgica, picazón ocular, lagrimeo y rojez. Las alergias graves pueden causar dificultad respiratoria, mal funcionamiento del corazón y descenso de la presión arterial, lo que se conoce como anafilaxia.
Si nunca antes la persona mayor ha sido alérgica, pero observamos síntomas como picor de ojos o nariz, sensación constante de ahogo, enrojecimiento de la piel, moqueo y congestión nasal, lagrimeo… podemos sospechar que estamos ante un caso de alergia, que se puede confirmar con una exploración médica sencilla. La coincidencia de los síntomas con periodos de floración de determinadas plantas también da pistas sobre el tipo de alergia, el tiempo que va a durar y el tratamiento más adecuado. También debe seguirse la evolución de los mayores ante los tratamientos alérgicos pues estos se suelen añadir a los que ya se consumen por patologías crónicas y a veces pueden interaccionar. Lo más conveniente es suspender la administración de los antialérgicos cuando la causa desaparece.
Para hacer frente a las alergias se pueden tomar medidas preventivas de fácil aplicación. Ante la sospecha, de debe acudir al alergólogo, que es el especialista que determinará las pruebas necesarias dependiendo de cada caso. Si los síntomas son en una época del año y coincidentes con factores ambientales como floración, una vez diagnosticado el tipo de alergia, una buena opción es la de las vacunas. Las vacunas tienen una tasa de de éxito de entre 70 % y 80 %, por lo que merece la pena vacunase, pobre todo las personas con enfermedades respiratorias crónicas. Cuando la alergia aparece, aún habiéndose vacunado, el tratamiento más común son los antihistamínicos.
Por otra parte, si se conoce el tipo de polen al que se es alérgico, podemos entrar a diario en algunas páginas web que informan del nivel de polen en el aire en las diferentes provincias. Esto es muy útil, los niveles y clases de polen varían cada día y la vegetación es muy distinta dependiendo del lugar donde se está. Con los datos, se puede planificar salir o no de casa y estar prevenido con la medicación necesaria.
Conocer las horas del día en las que el polen se extiende con más facilidad es un medida sencilla que evitará las molestias propias de la alergia. Así, es mejor no salir a pasear a primera hora del día ni al final de la tarde, pues es cuando las temperaturas son más templadas y circula mejor el polen, que tiende a subir a las capas más altas de la atmósfera en las horas de más calor.
En las residencias para mayores y en las casas, aunque sea contradictorio con otras medidas para contener el calor, son precisamente las horas calurosas en las que, si hay alérgicos, se deberán ventilar las habitaciones, eso sí, no más de 10 minutos. De esta manera se evitará que entre polen en la vivienda. Para atrapar el polen que haya entrado de manera eficaz se empleará una aspiradora o bayetas húmedas, que atraparán mejor el polvo y se evitará sacudir cojines, tapetes... para no esparcir los posibles granos que pudieran tener.
Y, por último, debe evitarse ir a parques o jardines donde plantas que estén en plena polinización, especialmente por las tardes. Debe evitarse especialmente el césped y las zonas con plantas a las que se es vulnerable, es decir, se puede ser alérgico a las gramíneas o a las coníferas o a las dos. También es adecuado usar mascarillas durante el paseo.