La hortoterapia continúa echando raíces en los centros geriátricos y de día de toda España, gracias a sus numerosos beneficios.
Desde que la hortoterapia se instauró en el siglo XIX, procedente de Viena, como terapia para tratar determinadas dolencias y enfermedades mentales, su crecimiento sigue en aumento: cada vez más colegios, hospitales, centros de día, residencias de la tercera edad, etc., cuentan con una zona dedicada al cultivo de la tierra y las plantas.
Y es que el tacto de la tierra, los movimientos, los olores y los recuerdos se unen en los parterres, maceteros y terrenos. Además, los beneficios de la horticultura son numerosos: mejoran el estado de ánimo, reducen el estrés, favorecen las relaciones sociales, alivian a los enfermos que padecen depresión… Y todo por volver a los orígenes.
Una de las personas que más sabe de huertos terapéuticos en España es Karin Palmlöf
Concretamente, los beneficios pueden agruparse en tres categorías: físicos, cognitivos y psicológicos.
Físicos:
Favorece el desarrollo de la psicomotricidad fina y gruesa.
Reduce la presión sanguínea y el ritmo cardíaco.
Aumenta la producción de endofinas.
Favorece la adquisición de hábitos saludables.
Cognitivos:
Estimula la memoria.
Mejora la capacidad de coordinación.
Favorece el desarrollo de la capacidad cognitiva y creativa.
Psicológicos:
Mejora el estado de ánimo.
Disminuye la ansiedad y el estrés.
Incrementa la sensación de bienestar.
Desarrolla la paciencia y el sentido de la responsabilidad.
Favorece las relaciones sociales.
Sin duda, tener un huerto urbano en un centro residencial o de día permite que los residentes disfruten de actividades satisfactorias que, además, promueven el envejecimiento activo.