Las mejores medidas de prevención para contener el virus son extremar la higiene con el lavado frecuente de manos, sobre todo si se ha estado en un lugar público, y evitar el contacto con personas con síntomas. Para las personas mayores son medidas sencillas e imprescindibles.
Las residencias geriátricas disponen de protocolos para prevenir contagios, que se actualizan según evolucionan las necesidades. Todos ellos indican que se debe extremar la higiene personal, toser o estornudar en un pañuelo desechable y alejándose de las personas de alrededor, lavarse con frecuencia las manos, mantener distancias de seguridad de metro y medio y no compartir objetos que se pueden contaminar de manera fácil con saliva como vasos o cubiertos.
Las personas que presenten síntomas sospechosos de padecer la enfermedad, deben seguir las directrices del Ministerio y las Consejerías de cada comunidad autónoma, que consisten básicamente en ponerse en contacto con los servicios sanitarios y seguir sus indicaciones. Y esto vale para las personas que viven en las residencias, los trabajadores y también para quienes acuden de visita. Si se trata de un residente, los servicios médicos determinarán la conveniencia de que permanezca aislado en la residencia o bien el traslado a un centro sanitario.
Los trabajadores de las residencias deben, además de cuidar y proteger a los ancianos, extremar el autocuidado con medidas de higiene y acudir al médico ante la sospecha de contagio.
Las residencias para mayores son entornos especialmente sensibles y vulnerables ante el contagio de un virus de estas características. Se evitará que se presenten casos en ellas con la sensibilización y el cuidado preventivo de todos: visitantes, pacientes y trabajadores.