Los teléfonos inteligentes permiten de manera sencilla paliar la incomunicación y soledad de las personas mayores no solo con una conversación, sino que, además, cámara mediante, se pueden ver las personas y compartir experiencias. Esto es muy valioso sobre todo en estos tiempos de confinamiento por causa de la pandemia de COVID-19.
Un uso muy práctico son los sistemas de alarma, que convenientemente programados, son un aliado para que las personas tomen su medicación en la hora que deben hacerlo y sin olvidos. También para recordar citas médicas o de otro tipo.
Por supuesto, su geolocalización es una herramienta fundamental cuando se tiene la sospecha de que la persona mayor puede haberse extraviado.
Hay empresas de telefonía que han diseñado teléfonos específicos para la tercera edad. No tienen internet, tienen botones grandes, teclado con memoria de números y un botón de petición de ayuda. Otras características las comparten con los smartphones, como volumen alto, altavoces, linterna o la posibilidad de escuchar la radio.
Estos teléfonos están muy bien, pero si la persona mayor maneja, y es muy intuitivo, un teléfono inteligente, con un poco de práctica podrá acceder a todo un mundo de aplicaciones que ampliará de forma muy notable tanto su conexión con el mundo como sus oportunidades de entretenimiento. Desde juegos que estimulan la atención y la memoria hasta aplicaciones como Facebook, YouTube, WhatsApp o de Skype que abren nuevas oportunidades de conocimiento y relación y la opción de las estimulantes videollamadas.
Hay dispositivos con paneles táctiles diseñados pensando en los mayores y personas con dificultades.