No hay epidemia de deterioro cognitivo, sino más personas que llegan a viejas

19/12/2017

Las noticias sobre el aumento de personas que padecen alzhéimer o cualquier otra demencia asociada a la edad pueden resultar alarmantes, pues inciden en el aumento progresivo del número de personas afectadas.

Cuidado de personas con demencia y alzheimerSi bien los datos son ciertos, según la OMS en el mundo hay 50 millones de personas que sufren alzhéimer, no es lo es menos que el aumento de casos se debe a la excelente noticia de que cada vez la esperanza de vida es mayor y a la no tan buena del aumento del índice de envejecimiento del conjunto de la población sobre todo en los países desarrollados.

Por lo tanto, no es una epidemia ni hay una mayor incidencia, se trata de que hasta hace pocos años las personas se morían jóvenes, antes de llegar a tener la posibilidad de desarrollar estas enfermedades.

Las enfermedades neurodegenerativas son una de las principales causas de dependencia en el mundo, con gran impacto familiar y social.

El factor principal de riesgo de padecer alzhéimer es la edad, por lo que no hay epidemia, hay aumento de población de edad avanzada. Es cierto que hay casos precoces de la enfermedad que suponen el 9 % del total.

Por otra parte, tener un trastorno neurodegenerativo no es un peaje obligatorio por envejecer. El proceso de deterioro del alzhéimer puede iniciarse en el cerebro décadas antes de manifestarse y para que lo hagan pueden combinarse varios factores. Estos factores son actualmente objeto de relevantes estudios científicos.

Algunos factores se relacionan con el modo de vida: obesidad, consumo de alcohol o tabaco, etc., otras a enfermedades crónicas como diabetes o otras a factores psicológicos o sociales como depresión, bajo nivel educativo, aislamiento… Sin embargo, todas estas cuestiones están siendo evaluadas y no son por sí mismas una causa única desencadenante.

El alzhéimer presenta mayor incidencia en las mujeres, por eso hay científicos que apuntan al género, aunque eso también puede deberse a que las mueres son más longevas que los hombres.

No existe una medicación especifica contra el alzhéimer u otras demencias, pero se pueden ralentizar la aparición de síntomas y combatir sus efectos con ciertos medicamentos, estimulación cognitiva, socialización y actividad física.

Además, cada caso tiene su manera de evolucionar y sus especificidades, al igual que cada paciente y cada familia, con el asesoramiento pertinente, son los que mejor conocen las decisiones que deben tomarse en cada caso, sobre todo cuando las alteraciones de conducta o la dependencia aumentan y la mejor opción que se plantea es la de la residencia geriátrica.

En conclusión, no hay una epidemia de alzhéimer u otras demencias; envejecer es un factor de riesgo, pero ser viejo no quiere decir que se tenga que padecer deterioro cognitivo y, por último, hay tratamientos que pueden ayudar a que la enfermedad avance más lenta y que mejoran la calidad de vida de la persona afectada y sus familias.

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