Por lo tanto, no es una epidemia ni hay una mayor incidencia, se trata de que hasta hace pocos años las personas se morían jóvenes, antes de llegar a tener la posibilidad de desarrollar estas enfermedades.
El factor principal de riesgo de padecer alzhéimer es la edad, por lo que no hay epidemia, hay aumento de población de edad avanzada. Es cierto que hay casos precoces de la enfermedad que suponen el 9 % del total.
Por otra parte, tener un trastorno neurodegenerativo no es un peaje obligatorio por envejecer. El proceso de deterioro del alzhéimer puede iniciarse en el cerebro décadas antes de manifestarse y para que lo hagan pueden combinarse varios factores. Estos factores son actualmente objeto de relevantes estudios científicos.
Algunos factores se relacionan con el modo de vida: obesidad, consumo de alcohol o tabaco, etc., otras a enfermedades crónicas como diabetes o otras a factores psicológicos o sociales como depresión, bajo nivel educativo, aislamiento… Sin embargo, todas estas cuestiones están siendo evaluadas y no son por sí mismas una causa única desencadenante.
No existe una medicación especifica contra el alzhéimer u otras demencias, pero se pueden ralentizar la aparición de síntomas y combatir sus efectos con ciertos medicamentos, estimulación cognitiva, socialización y actividad física.
Además, cada caso tiene su manera de evolucionar y sus especificidades, al igual que cada paciente y cada familia, con el asesoramiento pertinente, son los que mejor conocen las decisiones que deben tomarse en cada caso, sobre todo cuando las alteraciones de conducta o la dependencia aumentan y la mejor opción que se plantea es la de la residencia geriátrica.