Mucho se espera y se habla del futuro marco de cuidados a las personas mayores que presentan algún tipo de limitación de su autonomía personal. Todas las propuestas de mejora del sistema nacional de atención a la dependencia se han estado centrando en cúales han de ser las políticas sociales y económicas a desarrollar por las diferentes Administraciones Públicas, y hasta la fecha no en observar una realidad palpable. ¿Cúal? El papel fundamental e insustituible en gran parte de los casos del cuidador familiar, esa hija, nuera o sobrina ( en femenino porque más de un 80% son mujeres) que en la actualidad están haciéndose cargo de los mayores. La razón viene dada tanto por circunstáncias objetivas (ante los precios de la red asistencial privada y los requisitos y listas para acceder a un sistema público la única salida es recurrir a la familia ), como por circunstancias subjetivas de las que nadie habla pero que tienen mucha importancia: muchos mayores sólo aceptan ser cuidados por los suyos y en su propio entorno, cualquier ayuda externa no es siempre bien recibida. En definitiva eso nos conduce a cifras sobre el papel del cuidador informal como las que se han dado a conocer este mes: en Galicia el 80% de las familias atienden a los mayores dependientes o más global como la que anunció el Presidente de la SEGG al hablar de que el 95% de la carga asistencial del cuidado del alzheimer está en la familia.
Debemos desengañarnos, cuando quede configurado el "cuarto pilar del Estado del Bienestar", por supuesto que estaremos mejorando la situación, o mejor dicho aliviándola pero continuará siendo trascendental el papel de la familia, una familia que al mismo tiempo cada vez lo va a tener más difícil por escasez de recursos económicos y de disponibilidad de tiempo y espacio en sus viviendas.
Frente a esta situación parece interesante el anuncio por parte del Director General del IMSERSO de "premiar" el trabajo de los familiares que condicionen su vida a atender en casa a sus ascendientes, no sólo a través de la cotización a la seguridad social sino también a través de subvenciones por realizar este trabajo dejando a un lado la vida laboral. También hay otro efecto colateral a esta política, no hay excedente de profesionales de atención directa en España con lo que esta alternativa ayudaría a paliar este déficit.
Ahora bien, esta medida también presenta, a nuestro modo de ver dos implicaciones importantes: frena el acceso del mayor a la red asistencial por lo tanto perjudica en último término a las residencias y servicios a domicilio que serían los prestadores del servicio si este paquete de medidas se articulara de otra forma. Por otro lado, queriendo "rizar el rizo" puede perjudicar el papel de la mujer en la sociedad española, al crear el Estado un mecanismo que indirectamente condiciona su desarrollo profesional y laboral.
En cualquiera de los casos, el papel del cuidador es y será un trabajo en la sombra de trascendental importancia, y sino, ¿Qué habría sido de D. Quijote sin Sancho Panza, del que se dice que es el primer cuidador informal por excelencia?