Cuando la enfermedad avanza y las personas se vuelven agresivas o desafiantes, la preparación de los profesionales es clave para poder controlarlas. Diferentes ambientes, medidas de seguridad pasiva y la planificación centrada en la persona con actividades y horarios que ocupen su tiempo de manera activa y de acuerdo con sus gustos pueden ser claves para evitar o contener conductas de riesgo. Se trata de que las personas con demencia avanzada que son institucionalizadas vivan lo más dignamente en los centros y con la mayor calidad posible.
La prevalencia de síntomas psicológicos y conductuales que presentan las personas institucionalizadas es elevada. Muchas veces estos síntomas son fruto de aspectos ambientales que alteran, de entornos no adaptados y a un trato no empático por parte de los profesionales que trabajan en las residencias.
Trabajar por el bienestar de las personas con demencia en las residencias no es sencillo, sin embargo, algunas lo están haciendo y adaptan entornos, forman a sus profesionales y tienen como objetivo eliminar las contenciones físicas.
El programa de CEOMA busca «centros más amigables para las personas con demencia». Por eso va más allá de desatar y propone a los centros las mejoras que ha ido desarrollando en los últimos años, tanto de carácter ambiental como organizativo y de formación.
El programa parte de la premisa de que las alteraciones de conducta son indicadores de que a la persona le ocurre algo, es como un lenguaje en clave al que el centro debe dar una respuesta amigable que viene de la comprensión de los profesionales, organización del trabajo y adecuación del entorno. El objetivo se mide a través de la prevalencia de síntomas psicológicos y conductuales en las conductas reactivas.