No todas las personas que se hacen cargo de un familiar
disponen del espacio, tiempo, dedicación e incluso ganas suficientes. Cabe
plantearse si la solución no crea una merma en la salud tanto física como
emocional de las personas mayores y, si se llega a esa conclusión y no es
posible de ninguna manera que permanezca en su domicilio con apoyos, es el
momento de plantearse que la solución de una residencia para la tercera edad es
lo mejor, pues proporciona la estabilidad y cuidados que la persona mayor necesita.
También hay que plantearse hasta qué punto que las personas mayores roten de casa en casa no es un maltrato en algunas ocasiones. Si la persona está de acuerdo y contenta con la solución, por supuesto que no lo es, pero si de lo que se trata es de un «apaño» por parte de los familiares que lo asumen como una carga y la persona mayor no se siente acogida, pues entonces, sí lo es.
En el años 2050, según estimaciones de la OMS, 2000 millones de personas serán mayores de 60 años. Cada vez las personas mayores son más proactivas con respecto a las decisiones de dónde y de qué manera quieren vivir. Las empresas que gestionan residencias plantean formas novedosas de convivencia. La decisión de con quién y cómo se quiere vivir debe ser tomada por la persona afectada en función de sus necesidades y deseos.