Hace un mes, la Agencia Estadounidense del Medicamento (FDA, por sus siglas en inglés) aprobó una tercera dosis para personas con inmunodeficiencias, algo que Francia llevaba haciendo meses. Cuestión muy distinta es lo que está haciendo Israel, que ya está poniendo este recuerdo a todos los mayores de 60 años: lo ha recibido el 60 % de esta franja de edad, es decir, más de 700 000 personas. A principio de septiembre, esta medida fue consensuada y planteada por gobiernos europeos como los de Reino Unido y Alemania.
Por el contario, en España, se está comenzando a cuestionar la necesidad de la tercera dosis para no quedarse en la cola de Europa, pero, por ahora, las asociaciones y la SEGG recomiendan esperar a tener resultados científicos que avalen la decisión y seguir las pautas marcadas por la Agencia Europea de Medicamentos (EMA), el Ministerio de Sanidad y las Agencias de Salud Pública autonómicas. Eso no quita que, en su mayoría, consideran a las personas mayores prioritarias en cuanto llegue el suministro de la tercera dosis en el caso de ser aprobada por los organismos competentes, vivan en residencias, en sus propios domicilios y, por supuesto, a sus cuidadores.
Lo cierto es que es una decisión más política que científica. Federico Martinón, asesor de la OMS en vacunas defiende que lo más urgente es que se complete la pauta de vacunación en los más vulnerables y que, cuando todo el mundo esté vacunado, se plantee una tercera dosis. De todas formas, es un escenario que ya se está estudiando, en términos de seguridad y respuesta inmune, puesto que es posible y debemos estar preparados para hacerlo con todas las garantías.