Síntomas propios del envejecimiento natural o de deterioro cognitivo

13/02/2017

El diagnóstico precoz es clave para controlar o ralentizar las enfermedades llamadas de deterioro cognitivo, como el alzhéimer, pero, en sus primeras fases, no es sencillo distinguir si la persona ha iniciado un proceso degenerativo o, sencillamente, es el deterioro natural que conlleva el hecho de envejecer.

Para los profesionales que trabajan en residencias de personas mayores, es imprescindible saber distinguir qué habilidades o reacciones corresponden a una u otra situación, y para los familiares, tener información puede alertar, si son determinados síntomas, o tranquilizar, si son otros y, en todo caso ayudar mucho a la persona afectada.

Demencia y envejecimientoLas alteraciones inevitables que provoca el envejecimiento afectan tanto a nivel físico como psicológico, y tienen, a pesar de que cada persona es distinta, unos patrones comunes que ayudan a distinguirlas de las que se producirían si se está empezando a manifestar el alzhéimer.

Los profesionales de Sanyres han elaborado un listado que es de gran utilidad. En él señalan como procesos propios del natural envejecimiento estas circunstancias: decaimiento o depresión; pérdida de agilidad y de capacidad de reflejos, es decir, se alarga el tiempo de respuesta a los estímulos; fallos de memoria, generalmente de hechos pasados o si son recientes, no relevantes; y menor capacidad de concentración.

Para distinguir los primeros síntomas de alzhéimer, hay diferencias entre las personas menores de 50 años, las que manifestarían alzhéimer precoz, y lasmayores de 50 años. En las primeras, los síntomas son evidentes, pues no son lo esperado en una persona de esa edad y se diagnostica antes. En las segundas, se puede frenar el diagnóstico, al confundirla con el natural deterioro cognitivo.

El primer síntoma importante es el de la pérdida de memoria, que si se da, debe ser observado con atención por si se une a otros indicadores. Estos serían: que la falta de memoria se dé en cosas cotidianas como fechas relevantes; que se produzcan episodios de desorientación espacial; que las tareas habituales empiecen a ser dificultosas; que se repitan las frases o las preguntas; y, por último, que aparezcan problemas para seguir una conversación.

Lo importante es, cuando se vea aparecer alguno de estos síntomas, estar alerta y, si hay la menor sospecha, acudir al médico de familia que sabrá actuar de la manera adecuada, remitiendo a la persona, si lo ve conveniente, al especialista.

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