Vacunas contra la COVID-19 en personas mayores

08/12/2020

La vacuna contra la COVID-19 es la mayor esperanza para volver a un modo de vida que se parezca al anterior a la pandemia. Para las personas mayores es fundamental protegerse, pues son especialmente vulnerables. En entornos como residencias geriátricas, es una protección imprescindible para evitar contagios grupales.

Sin embargo, hay que tener cautelas con respecto a las vacunas que están presentando y sus efectos en las personas de edad avanzada, como advierte la Sociedad Española de Geriatría y Gerontología (SEGG). La SEGG ha declarado que no existe suficiente evidencia científica en las personas mayores, por lo que hay que ser cautos y no crear falsas expectativas que lleven a bajar la guardia y que no se apliquen las medidas de protección básicas de distanciamiento social, uso de mascarillas y lavado de manos.

La SEGG es firme partidaria de la vacunación y sigue las recomendaciones, como se muestra en la campaña anual contra la gripe. Sin embargo, con respecto a la vacuna contra la COVID-19, cree necesario esperar a tener más evidencias científicas para su valoración sobre la administración en las Personas Mayores, pues, aunque está demostrado que las vacunas que se experimentan son seguras y generan inmunidad humoral y celular, los estudios publicados hasta el momento se han desarrollado incluyendo a adultos jóvenes y personas sanas.

Por esta razón, en el momento actual, la SEGG no puede tomar una postura oficial sobre las vacunas contra la COVID-19, ya que no existe suficiente evidencia científica en las personas de edad avanzada. Los mayores tienen una serie de particularidades en cuanto a su estado de salud general. Pueden presentar un sistema inmunitario deprimido y un estado de inflamación sistémica, de modo que cuando el virus les afecta, se contagian más fácilmente, enferman en mayor número y sufren más complicaciones, más ingresos hospitalario y más mortalidad. Sin embargo, son los menos representados en los ensayos clínicos.

Los estudios publicados hasta ahora se refieren a la Fase I y Fase II de las vacunas las cuales presentan, en ocasiones, pequeñas reacciones locales como calor y dolor en la zona de aplicación y generales como malestar general, febrícula o molestias musculares, similares a una pequeña gripe, pero son seguras a corto plazo.

En los ensayos clínicos hay un evidente sesgo de selección que roza la discriminación por edad o edadismo, al incluir pocas personas mayores de 75 años y muy pocos octogenarios y nonagenarios con varias patologías crónicas, situaciones de fragilidad, dependencia funcional o demencia. Por ello, se hace necesario esperar a que los estudios en Fase III se publiquen y a los subanálisis específicos en mayores de 75.

Todos estos factores son reflejados en la revista JAMA International Medicine, en el artículo de Benjamin Helfand «The Exclusion of Older Persons From Vaccine and Treatment Trials for Coronavirus Disease 2019-Missing the Target».

Para la SEGG, todavía es necesario estudiar, analizar y comprobar la evidencia científica que se vaya generando de cada una de las vacunas contra el COVID-19 en personas mayores.

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