Uno de los aspectos que genera más dudas es el precio de la residencia geriátrica. Generalmente, el precio puede ser una cantidad fija que se mantiene durante toda la estancia, con ajustes por el IPC, o puede variar según el grado de dependencia del residente. Si la dependencia aumenta con el tiempo o si la salud se deteriora, es posible que el precio también suba debido al incremento de la asistencia necesaria. Es fundamental aclarar dos puntos:
También es importante preguntar qué servicios están incluidos y cuáles no. Es habitual que la peluquería o la podología se paguen aparte, pero algunas residencias ofrecen otros servicios considerados adicionales.
Además de leer bien el contrato asistencial, es necesario conocer el Reglamento de Régimen Interior de la residencia. Este documento incluye aspectos como los horarios, las condiciones de admisión y bajas, y las normas de convivencia.
Una vez firmado el contrato, se considera que se ha aceptado tanto su contenido como el del reglamento de régimen interior. Por ello, aunque pueda parecer tedioso, es imprescindible leerlo y hacer las preguntas necesarias.
Cuando se trata de ingresar a una persona con demencia en una residencia, el proceso es especial, ya que se considera que la persona no puede tomar decisiones por sí misma. En algunos casos, es necesario contar con una autorización judicial para el ingreso, aunque esto es poco común.
Es recomendable consultar con el director de la residencia o el trabajador social sobre el procedimiento específico en la zona. Aunque la ley es la misma en toda España, cada comunidad autónoma tiene su reglamentación, lo que puede hacer que el procedimiento varíe según la ubicación.
No debemos tener miedo o vergüenza de preguntar todas las dudas que tengamos al director de la residencia geriátrica. Tampoco debemos temer expresar nuestras discrepancias, incluso si esto nos lleva a elegir otro centro. Es importante recordar que, una vez ingresada, una persona suele vivir en la residencia durante tres años o más. Invertir tiempo en investigar y asesorarse por alguien de confianza es esencial.
Cuando contratamos el servicio de una residencia para la tercera edad, la confianza es clave. Es recomendable hablar detenidamente con la persona en quien depositaremos esa confianza: el director o directora. Si creemos que podemos confiar en él o ella, planteemos todas nuestras dudas.
Autor del texto: Josep de Martí, Gerontólogo Social y Jurista