La teleasistencia se está consolidando como una alternativa muy valorada tanto por parte de las Administraciones Públicas como por parte de los usuarios finales. Ayuntamientos, Diputaciones, Gobiernos Autonómicos o incluso el Gobierno central en el Anteproyecto de Ley de Dependencia lo consideran un recurso a desarrollar puesto que permite conocer y atender a las necesidades de la persona que reside en su domicilio, al instante, con sólo pulsar un botón. Aunque el crecimiento es exponencial en toda España, algunas provincias españolas, como Málaga están observando como la demanda crece sustancialmente por los residentes extranjeros.
La Costa Sol es, junto con la Costa Blanca uno de los lugares preferidos para los ingleses, alemanes, nórdicos etc, para pasar los últimos años de su vida. El clima es sin duda, el mayor aliciente para decidir trasladarse a nuestro país una vez jubilados. Ahora bien, aunque estas personas llegan, en su mayoría, como adultos independientes, con los años aparecen los primeros síntomas que denotan un falta de autonomía y en cualquier caso un miedo ante potenciales situaciones de riesgo. Como ciudadanos españoles que son, puesto que establecen su residencia en nuestro país, solicitan y disfrutan de las ventajas sociales que se le ofrecen a la población. Hasta la fecha, no le habíamos dado importancia, en cifras, a este colectivo, sin embargo noticias como que el volumen de sistemas de teleasistencia se ha cuadruplicado en la provincia de Málaga provocan, al menos una reflexión. Así pues, si el movimiento migratorio hacia España continúa, y así parece ser, y nos convertimos en la "Florida de Europa" las políticas de servicios sociales, a parte de tener en cuenta el creciente envejecimiento poblacional nacional deberán tener en cuenta el crecimiento de mayores a atender procedentes de Europa. En cuyo caso, el Gobierno deberá pensar en establecer mecanismos de retorno de la inversión social.