Un aspecto muy relevante de la reestructuración del sector de las cajas de ahorro es el que tiene relación con sus obras sociales. Durante años éstas han servido para llevar a cabo iniciativas muy variadas y en muchos ámbitos, en algunos casos el dinero se ha canalizado a través de convocatorias para financiar proyectos, esto ha facilitado el nacimiento y mantenimiento de una tupida red de asociaciones y entidades que no tienen finalidad de lucro y que han tenido en las obras sociales y en las subvenciones públicas su sustento. Las cajas de ahorro que han optado por la vía de las convocatorias en sus obras sociales, han podido disminuir el gasto haciendo algo muy sencillo, reducir las cantidades a repartir. Esto está haciendo sufrir a muchas asociaciones pero a las cajas, que tienen sus propios sufrimientos, les ha sido una solución fácil.
Asunto diferente son los proyectos de las Obras sociales que no pueden "reducirse” fácilmente. Algunas tienen escuelas de música, centros de formación o residencias geriátricas. Se trata de centros que han basado su funcionamiento en que al final de año la obra social de turno cubrirá el déficit que hayan generado. En muchas ocasiones son centros emblemáticos ya que se sitúan en la ciudad que da nombre a la caja y que han permitido eso "tan de caja de ahorros” que es que la gente se sienta vinculada casi emocionalmente. El problema que tienen las Obras sociales es que estos servicios son gastos fijos y muy difíciles de reducir sin producir un menoscabo al buen nombre de la institución.
Ahora ha sido noticia que la Obra Social de Unicaja cerrará una residencia situada en Benalmádena "por cuestiones de seguridad”. La residencia de 70 plazas y 4.000 m2 (o sea 57 m2 por persona lo que puede calificarse como "de lujo”), cobraba a sus residentes 1.200 Euros al mes. Leyendo la noticia vemos que no se trata de que vaya de recolocar a los residentes para hacer unas obras y después volver a instalarlos ya que leemos que, "de momento no se sabe si el centro volverá o no a abrir sus puertas”.
Lo que parece es que la Obra Social, que debe estar sufragando el déficit generado por el funcionamiento de la residencia, ha decidido reajustar sus prioridades.
De momento hay que seguir operaciones como ésta para saber si se trata de casos aislados o la salida de las obras sociales del sector de las residencias acaba siendo una realidad.
Pocos días después es noticia que los familiares de los residentes afectados se manifiestan contra el cierre de Marymar