La pandemia ha supuesto un aumento considerable en el número de plazas disponibles en las residencias geriátricas. Esto se debe en parte a las personas fallecidas por COVID-19 y en parte por el temor a ocupar las plazas hasta que se ha generalizado la vacunación de las personas que viven en los centros.
La vacunación que ha propiciado esta situación tan favorable ha permitido también que se relajen las medidas de control. En marzo, el Departamento de Salud aprobó un protocolo en el que se flexibilizan las visitas de familiares y las salidas fuera de los centros.
También la situación sanitaria permite que no sea necesario reservar plazas para casos de aislamiento o por si se tienen que aislar sectores de las residencias. Así, de las 3000 plazas reservadas, el Govern ya ha liberalizado 1750, que serán para nuevos ingresos. Estas 3000 plazas han estado financiadas en todo momento con fondos públicos.
En el protocolo también se levanta la obligación de la personas de presentar un PCR negativa y guardar un aislamiento de 14 días antes del ingreso. Era una condición que desincentivaba a las familias y usuarios y que se espera que motive nuevas estancias.
Según cálculos de ACRA, por cada plaza vacía en residencia se dejan de ingresar, como mínimo, 1944 euros al mes; con las de cetro de día 607 euros mensuales. La cifra global es que un 20 % de las plazas. No están ocupadas y esto pone en riesgo la sostenibilidad de los centros.
En Cataluña hay 64 000 plazas en residencias (la mitad de las cuales reciben financiación pública) y 18 858 en centros de día.