Los trastornos del estado de ánimo y, fundamentalmente, la depresión en los mayores, tienen una prevalencia elevada, que oscila entre el 5 y el 20 % en población que vive en comunidad, entre un 11 y un 45 % de los ancianoshospitalizados y hasta un 30-75% de ancianos institucionalizados, de los cuales un 12-20 % corresponderían a depresiones mayores.
Además, según la Organización Mundial de la Salud, se espera que una de cada cinco personas llegará a desarrollar un cuadro depresivo a lo largo de su vida.
La depresión puede presentarse de forma aislada como enfermedad única. Sin embargo, en el paciente geriátrico suele aparecer asociada a otros problemas clínicos o siendo consecuencia directa de ellos. La depresión es más frecuente en pacientes con múltiples enfermedades orgánicas. De hecho, se estima que cerca del 25 % de los pacientes con dos o más entidades clínicas presentadepresión.
Por ejemplo, la prevalencia de depresión es dos veces superior en pacientes con diabetes mellitus tipo 2 y la ansiedad se presenta hasta en el 40 % de estos pacientes. La presencia de depresión y ansiedad en pacientes diabéticos empeora el pronóstico, incrementa el riesgo de abandono de tratamientos, disminuye la calidad de vida e incrementa la mortalidad. Además, la depresión incrementa el riesgo de desarrollar diabetes un 60 %.
La prevalencia de depresión en pacientes con cardiopatía isquémica se estima entre un 18-45 % y su presencia empeora el pronóstico global, y la presencia de depresión en pacientes con insuficiencia cardiaca es mayor que en la población general y varía entre el 10-70 %, con una mayor prevalencia para los pacientes hospitalizados.
En pacientes con enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC) estable la prevalencia de depresión clínica se sitúa entre el 10 y el 42 % . Por su parte, en el grupo de pacientes en estadio avanzado, la depresión alcanza el 35-70 %.
Además, aproximadamente un tercio de los ancianos con procesos oncológicos experimenta una situación de alteración psicológica; un 20 % de pacientes con insuficiencia renal presenta depresión; la artritis reumatoide eleva la incidencia de depresión en 1,75 veces; y más del 35 % de pacientes con enfermedades neurodegenerativas tiene alguna alteración psiquiátrica que deteriora la calidad de vida y favorece la institucionalización hospitalaria o en residencias de 3ª edad.
Además, los pacientes con procesos depresivos suelen tener patologías crónicas y, a veces, puede interpretarse que el trastorno del ánimo es consecuencia únicamente de su situación o que el resto de enfermedades que padecen contraindica la toma de antidepresivos por temor a los efectos secundarios que pueden producir y a las interacciones con otros medicamentos.
Para la SEGG, atender a la cronicidad en sus múltiples aspectos y disciplinas supone un reto que se puede transformar en una excepcional oportunidad para acometer medidas que nos lleven a prevenir situaciones de pérdida de autonomía o paliarlas si ya existen.
Los profesionales de las residencias de mayores de A Coruña no pueden faltar.