Un caso excelente es de Lass y su dueño, Mariano, vecinos de Madrid. Lass es un perro labrador de siete años que no ha sido especialmente adiestrado para hacer terapia. Es un perro que, como muchos otros, llegó a una familia siendo un cachorro de dos meses y medio. Mariano fue diagnosticado de alzhéimer a los 60 años y Lass, sin un entrenamiento específico, asumió la tarea de guiar a su amo hasta su casa cuando él no encontraba el camino de vuelta en sus paseos.
La familia observó que Mariano, cuando salía solo, se desorientaba y se llevaron varios sustos al verle regresar acompañado de un vecino tras perderse; sin embargo, cuando iba con Lass, la vuelta no era un problema, pues el perro no dudaba de cuál era la ruta ni el portal. Además, al ser un perro grande, podía imponerse si Mariano no se decidía por el camino a seguir.
Lass llegó a la familia como una ayuda ante la depresión de Mariano al ser diagnosticado. Su presencia disminuyó la sensación de soledad, obligó a su dueño a salir a la calle y cuidarle, lo que hizo que mejorara su estado anímico y su bienestar. Además, al ser un apoyo en los paseos, Lass ha prolongado los años de autonomía de Mariano.