En la nota, la doctora Cristina González de Villaumbrosia, jefa asociada del Servicio de Geriatría del centro señala que «se trata de pacientes que llegan a la consulta de Geriatría desde el Servicio de Hematología y en los que, tras una valoración de su estado físico, determinamos que este es «robusto» —que están en forma y tienen muy buena reserva funcional— o «frágil», lo que supone que tienen un leve deterioro de la reserva funcional».
Como se explica la nota, en la práctica clínica habitual de este servicio hospitalario, a los pacientes frágiles se les realiza lo que se denomina «prehabilitación», que consiste en la prescripción de una serie de medidas, que se centran principalmente en recomendaciones de ejercicio físico y nutricionales, para mejorar su condición física, de manera que tengan una mayor tolerancia a los tratamientos de quimioterapia y una mejor evolución de su enfermedad. «En la consulta de Geriatría les dábamos unas pautas y una tabla de actividades que les sirviera de guía a la hora de realizar ejercicio físico, pero luego no hacíamos un seguimiento, y la percepción hasta ahora es que esas recomendaciones no se cumplían mucho».
Este proyecto mejora las perspectivas. A los pacientes que aceptan participar, se les facilita una pulsera de actividad (wearable) durante seis meses, que permite a la enfermera de Geriatría realizar un seguimiento en remoto desde el hospital, al incorporar los datos que aporta el dispositivo —sobre todo el número de pasos y las horas de sueño—, a los obtenidos mediante una supervisión telefónica.
La enfermera lleva a cabo un seguimiento telefónico de los pacientes para comprobar cómo se encuentran, animar a los que cumplen los objetivos de pasos y ejercicios y motivar o saber los motivos de los que no lo hacen. También se detecta si hay algún problema que precise acudir a la consulta. Se programa una revisión presencial cada trimestre.
El seguimiento se hace los seis meses siguientes a la valoración en la consulta de Geriatría, que suele coincidir con el inicio del tratamiento con quimioterapia. Si durante ese tiempo la enfermera del servicio detecta algún signo que requiera valoración médica, el especialista valora esta posibilidad. Los pacientes frágiles tienen revisiones programadas con el geriatra a los tres meses y todos siguen sus revisiones habituales con el hematólogo y la enfermera de Oncología del Hospital de Día.
Tras las primeras semanas de implantación de este programa, las valoraciones de los pacientes son muy positivas: hacen más ejercicio y se sienten «supervisados» y atendidos por la enfermera, a la que pueden contar cualquier incidencia.
Esta iniciativa forma parte de un proyecto global llamado «Oncología geriátrica en adultos mayores con linfoma: hacia un nuevo modelo de terapia personalizada», que ha sido impulsado por el Hospital Universitario Rey Juan Carlos y la Fundación Jiménez Díaz, que está financiado con una beca de la farmacéutica Pfizer.
Aunque este sistema de monitorización no es exclusivo del hospital, porque se basa en el uso de pulseras extensamente comercializadas y porque la utilización de wearables, ya está empezando a ser habitual en algunos ámbitos de la Medicina (como en rehabilitación cardiaca).