El lugar, situado a la trasera del Hospital Clínico de San Carlos, compuesto por un bosque de pinos. Su historia nos cuenta que este perímetro era un solar en el que se encontraba el Asilo de María Cristina de Hamburgo. Más tarde, en 1875, el alcalde Alberto Aguilera dejó la residencia a cargo de las Hermanitas de la Caridad, donde se atendieron a más de 700 pobres al día. Más tarde, en 1927, se erigió el proyecto de la Ciudad Universitaria, y durante la guerra civil fue escenario de cruentos cañonazos y explosiones, dejándolo en ruinas. Al terminar la guerra, se desescombró la zona y se convirtió en este parque. Milagrosamente se salvó la imagen de la Virgen que estaba en la capilla del asilo, y se le construyó un templete; de ahí el nombre que recibe esta parte del parque.
En 1989, encabezaron las protestas de los vecinos de Moncloa cuando el gerente del Hospital Clínico quiso hacer un aparcamiento. Consiguieron reunir un millón de firmas que sirvieron para ganar la batalla al coche y salvar a este enclave natural de Madrid. Cada día, estas guardianas octogenarias se acercan a pasear por la mañana temprano y a la caída de la tarde, para evitar las peores horas de calor. No fallan nunca.
Ambas se aquejan de la desmejora de las instalaciones y el aspecto del parque en comparación con años anteriores. Reivindican el fomento de la biodiversidad con las diferentes especies de árboles para mejorar así los efectos del cambio climático y de la isla de calor que se producen en todas las ciudades.
Dionisia y María López de la Rosa son dos mujeres ejemplares en el barrio de Moncloa por apoyar la causa y defender espacios naturales y de gran valor para los vecinos de Madrid. Sin duda, un ejemplo de auténtico tesón en la tercera edad.