La última es el uso de una anticoagulante que se emplea para mejorar la circulación cerebral que ha dado buenos resultados en ratones con alzhéimer. Esta investigación se ha realizado en Madrid, en Centro Nacional de Investigaciones Cardiovasculares (CNIC), por un equipo dirigido par la científica Marta Cortés. Su trabajo se ha publicado en la revista del Colegio Estadounidense de Cardiología, dirigida por el español Valentín Fuster, coautor de la investigación.
La investigación se inició con 25 procedentes de la Universidad Rockefeller. La mitad de ellos eran transgénicos, con dos mutaciones humanas introducidas en sus genes ligadas a pérdidas de memoria y al alzhéimer. Durante un año se alimentó a la mitad de estos ratones con pienso con un anticoagulante y se puso a prueba su memoria. Los resultados mostraron que los roedores con las dos mutaciones humanas asociadas al alzhéimer olvidaban aprendizajes a menos que se hubieran estado alimentando con el pienso con anticoagulante.
La comunidad científica ha subrayado tradicionalmente el papel de dos proteínas en el alzhéimer: la beta amiloide, que se acumula entre las neuronas, y la tau, que forma ovillos en el cerebro. Este estudio muestra el nexo cerebro-corazón en las enfermedades neurodegenerativas y abre un campo de estudio y terapias.
El tratamiento del equipo del CNIC (que ha utilizado dabigatrán, un fármaco oral que causa menos hemorragias indeseadas que otros anticoagulantes clásicos) disminuye un 30 % la inflamación cerebral y hasta un 50% las formas más tóxicas de la beta amiloide en los ratones. Una de las hipótesis es que el anticoagulante mejora la circulación cerebral al evitar microtrombos que dificultan la llegada de oxígeno y nutrientes al cerebro de pacientes con alzhéimer.
Para pasar de ratones a humanos falta un tiempo. La enfermedad es multifactorial, las personas afectadas pueden estar 15 o 20 años sin presentar síntomas y cuando aparecen los fallos de memoria, ya es demasiado tarde. Sin embargo, se trata de un paso prometedor.
Un equipo de la Universidad de Rhode Island (EE. UU.) ya ha anunciado un próximo ensayo de tratamiento con dabigatrán con medio centenar de personas con síntomas de alzhéimer. El equipo de Cortés y Fuster también está preparando el salto a la clínica, con el paso previo por otra especie animal, posiblemente el conejo. Su objetivo es obtener una herramienta capaz de identificar a los pacientes con estado procoagulante que podrían beneficiarse de esta terapia.