Sanitas Mayores nos hace llegar una nota de prensa sobre un tema que en el que de vez en cuando
no detenemos en Inforesidencias: la imagen y el autocuidado en las personas
refuerzan su autoestima y con ella su calidad de vida.
Los cambios físicos asociados al envejecimiento implican un proceso de
adaptación psicológica a la nueva imagen. En este sentido, no dejar de lado el
cuidado del aspecto físico con el paso de los años refuerza la identidad y
trabaja la autoestima, lo que incide de manera positiva en la salud y en la
calidad de vida. Sanitas Mayores fomenta esta dimensión dentro de su modelo deatención integral al mayor, de especial importancia en el caso de personas
dependientes, como por ejemplo los pacientes con demencia.
Según David Curto, jefe de Gestión Asistencial de Sanitas Mayores, «los
cánones de belleza de la sociedad, muy ligados a la imagen de juventud, no
ayudan a aceptar los cambios en la imagen producto de los años. Es fundamental
no infravalorar la importancia de sentirse bien a todas las edades. Dedicar
atención y tiempo al aspecto físico ayuda a verse mejor, a quererse más y a
asumir mejor estos cambios».
El cuidado de la imagen comprende tanto elementos de estética como hábitos
de salud e higiene personal como la higiene bucal, la hidratación de la piel,
la ducha diaria o el cuidado del cabello, que afectan de manera directa a la
imagen personal. Por la parte estética, «la manera de vestir, el peinado o, en
el caso de las mujeres, el maquillaje contribuyen a la imagen total e incluso
pueden darnos pistas para interpretar el estado de ánimo».
Continuar dedicando tiempo a uno mismo a través del cuidado de la imagen
mejora además la autoestima, refuerza la identidad, potencia la capacidad de
observación y promueve la interacción social. «Es importante no abandonarse,
quererse y aceptarse a cualquier edad y asumir con naturalidad el paso de los
años. El continuar con el cuidado rutinario de la imagen ayuda a esa aceptación,
lo que evita caer en la desgana y por tanto redunda en una mejor salud
psíquica».
En el ámbito residencial se trata de «facilitar a los profesionales,
familiares y usuarios las estrategias y herramientas adecuadas para mejorar la
idea que se tiene de uno mismo y la valoración que se hace de esta. Los
recursos son amplios. Desde un simple consejo a la hora de vestir a programas
de actividad física, un taller de maquillaje o servicios de peluquería».
En aquellas personas que precisan de la ayuda de otras para realizar las
actividades de la vida diaria y, por tanto, para su cuidado, los responsables
de su atención directa, tanto familiares como profesionales, asumen un papel
clave. En este punto, el cuidado de la imagen se realiza desde la perspectiva
de ayudar a mantener, en la medida de lo posible, la autonomía de la persona.
Respetar la privacidad y establecer rutinas para los hábitos de higiene diaria
o para vestirse son otras dos pautas que ayudarán en esta labor.
«Es importante no olvidar que la imagen es el primer reflejo físico de
nuestra personalidad, por lo que es importante fomentar la autonomía de
elección incluso en personas dependientes. Por ejemplo, la ropa es uno de los
elementos que más influye en la imagen personal y expresa mucho acerca de la
persona. Casi todos los pacientes con demencia tienen dificultades para
vestirse; en este caso habría que incorporar a los necesarios criterios
funcionales, criterios que también ayuden a estas personas a sentirse bien con
su aspecto», señala el doctor Curto.
En las residencias de mayores se debe ser especialmente cuidadoso, pues la
intimidad y los deseos personales, en ocasiones, pueden ser más complicados de
respetar, pero los resultados de que las personas se sientan a gusto consigo mismas
cuando se ven en el espejo, merecen la pena.