Según Ceafa, hasta ahora
se ha considerado siempre que el alzhéimer y las demencias son propias de
personas mayores. De hecho, se asocia muchas veces el hecho de envejecer a la
pérdida progresiva de facultades y a la aparición de enfermedades, algunas de
ellas leves, otras crónicas y otras degenerativas o terminales. Es una
consecuencia del aumento de la esperanza de vida, que en sí es un logro, pero
que conlleva el aumento de las enfermedades neurodegenerativas y crónica.
También la sociedad ha evolucionado y las personas mayores de hoy son distintas
de las de hace solo 20 años, en cuanto a su estado físico y a su actitud ante
la perspectiva de la vejez.
CEAFA reivindica que es un problema general que puede afectar a cualquiera, por lo que concienciar a la sociedad es básico. Además, es necesario invertir más en investigación biomédica para lograr mayores avances en prevención, tratamiento, cronificación o, cuando llegue la investigación haya avanzado, curación.
También debe invertirse en investigación e intervención social y sociosanitaria para mejorar la calidad de vida de las personas afectadas y sus familias. Es decir, las Administraciones deben tomar conciencia de la necesidad de invertir en recursos sociosanitarios en cantidad y calidad suficientes para atender no solo a la población actual, sino también a la que está por venir (en 2040 España será el país del mundo con mayor esperanza de vida, así que aún se agravará más el problema del envejecimiento).
Otra cuestión que destaca es la necesidad de trabajar poniendo siempre a la persona en el centro de atención, respetando su dignidad y atendiendo a la satisfacción de los derechos que le son propios.
Hay que tener también en cuenta que entre un 9 y un 10 % del total de personas diagnosticadas tienen menos de 65 años y que requieren de unas atenciones específicas.