El último caso es un estudio publicado en
la revista Journal of Alzheimer’s Disease que
afirma que un suplemento de xantofilas(carotenoides
que se encuentran en gran concentración en la macula del ojo) y ácidos grasos omega 3 logra
ralentizar el avance del alzhéimer y genera mejorías clínicas. Sin embargo, el
poco rigor en la investigación, el número tan bajo de personas que participaron
en el estudio y lo cuestionable de los resultados ha llevado a que se
desacrediten los resultados por parte de reputados expertos en la enfermedad.
Durante 18 meses se administró xantofilas a un grupo de 12 pacientes, xantofilas y ácidos omega 3 a otros 13 pacientes y a quince personas sanas solo xantofilas. Tras ese tiempo, se preguntó a familiares y cuidadores cuál era su impresión de cómo estaban los pacientes. A partir de muestras tan escasas (hay que tener en cuanta que, además, no se incluyó la información del 42 % de los pacientes pues habían abandonado el ensayo por haberse deteriorado su salud), con el cotejo tan poco científico de preguntar opiniones y observaciones en vez de pruebas objetivas y sin un gripo de control formado por pacientes, se armó un estudio con sus conclusiones y se puso el suplemento a la venta en el Reino Unido. Aunque la investigación de muchos científicos sí apunta en la dirección de que determinados nutrientes y estilos específicos se asocian a menor riesgo de alzhéimer, se trata de eso, de alimentación equilibrada y desarrollo de enfermedades; es decir, una cosa es analizar grandes poblaciones y observar si las personas que consumen más pescado tienen menos riesgo de alzhéimer y otra cosa muy distinta es afirmar que comer pescado previene de manera categórica la enfermedad.En definitiva, hay sustancias a las que se les reconoce un efecto beneficioso para la salud cerebral, como los ácidos grasos omega 3, algunos antioxidantes y vitaminas B, pero, afirmar que retrasan el avance del alzhéimer es engañar, pues no hay ninguna evidencia científica de ello.
La conclusión es que es lícito sospechar que se juega con la esperanza de los enfermos y sus familias para ganar dinero. Ante estas malas prácticas, cuando se tienen dudas o preguntas, lo mejor es consultar con los profesionales de la salud, con nuestro médico de familia o geriatra, que serán quienes nos recomendarán la dieta la saludable en función de las necesidades y características. Nunca debemos fiarnos de anuncios milagrosos ni de remedios fáciles ante problemas difíciles.