En Dignitas Vitae plantean una situación muy común: el lector de esta noticia «ya es muy mayor, y en los últimos tiempos ha comenzado a perder la memoria, se encuentra desorientado y dentro de su confusión le da por deambular de un lado a otro de la residencia donde vive, comienza a ser una molestia, otros residentes se quejan de que no para de caminar todo el día y el equipo del centro considera que la situación no puede seguir así. Comienzan por darle un psicotrópico para ver si se le quitan las ganas de caminar, de repetir las preguntas repetitivas que hace usted una y otra vez, el uso de psicotrópicos comienza a hacer estragos en la deambulación, sus pasos se hacen cortos, la marcha inestable y de repente se cae, la caída es fuerte pero no muy importante, en ese momento el equipo informa a su familia de que es necesario sujetarle, por su bien, por su seguridad, desde ese día usted va a pasar los últimos años de su vida atado en una silla de ruedas, al principio intentara levantarse, se defenderá ante esta situación, poco a poco usted irá perdiendo musculatura, potencia de piernas, tendrá incontinencia. Un día cuando le intenten quitar el cinturón usted ya no podrá caminar y el equipo profesional que le atiende verá como normal esta situación».
La reflexión de cómo nos sentiríamos nosotros en estas circunstancias es muy pertinente, pues mueve a pensar en alternativas que las impidan.