Al principio la enfermedad puede confundirse con una depresión, molestias articulares o caídas, lo que lleva a que se tarde o una gran apatía que confunden durante años al médico general y a veces a especialistas una media de entre 1 y 5 años en diagnosticarse y un 19 % espera más de ese tiempo. Además, es variable en sus manifestaciones, por lo que con frecuencia está infradiagnosticada. La edad media de comienzo oscila alrededor de los 65 años y se estima que afecta a más de 160 000 personas en España, y 7 millones en todo el mundo.
Es una patología que afecta de forma directa a la vida diaria del paciente y de sus familiares. A medida que el paciente es mayor, la dependencia aumenta y también, al coincidir con patologías propias de la edad avanzada se vuelve más incapacitante, pues limita la posibilidad de actividad física.
La Sociedad Española de Geriatría y Gerontología (SEGG) insiste en la importancia de consultar al médico de atención primaria ante la aparición de los primeros síntomas: temblor y lentitud de movimientos, para que valore la necesidad de evaluación de un especialista como un neurólogo o un geriatra. Muchas veces estos síntomas se atribuyen al envejecimiento natural, lo que reduce la posibilidad de un tratamiento adecuado en los primeros momentos de la enfermedad.
Como indica la SEGG, una vez diagnosticada la enfermedad es importante el abordaje integral del paciente por varios profesionales (médico, geriatra, neurólogo, enfermero, fisioterapeuta, logopeda, trabajador social, etcétera), para así valorar de forma global todas las necesidades tanto físicas, psicológicas y sociosanitarias del enfermo de párkinson.
Es muy importante consultar al especialista ante síntomas no motores (problemas de memoria, alteración en el contenido del pensamiento, trastorno del estado de ánimo, dolor, dificultad para conciliar el sueño…) que aparecen a lo largo de la enfermedad y que pueden llegar a ser tan invalidantes como la afectación motora.
Son fundamentales las asociaciones de enfermos y familiares y los apoyos que se pueden dar desde ellas, los centros de rehabilitación y las residencias para la tercera edad que procuran cuidado específicos cuando la familia ya no puede hacerlo.
Se puede encontrar información relevante en www.esparkinson.es.