La dieta mediterránea ideal tiene como ingrediente principal en cuanto a fuente de grasas monosaturadas al aceite de oliva. Como grasas saturadas tiene un consumo moderado de pescado, poca carne y aves, pocos lácteos y mucha verdura, fruta, cereales y legumbres. A eso hay que añadir los frutos secos y el consumo moderado de vino en las comidas.
Ahora se aporta un beneficio más: un estudio de la Université Victor Segalen, en Bordeaux, Francia, señala que la dieta mediterránea puede evitar enfermedades relacionadas con el deterioro cognitivo en personas de que están en la tercera edad.
Esto se debe a que en los alimentos que componen esta dieta abundan los nutrientes que son potencialmente protectores contra las enfermedades que implican un deterioro neurológico –como por ejemplo problemas de memoria o cuadros de demencia– puesto que contienen vitaminas E y B12, carotenoides, flavonoides y una cantidad moderada de alcohol.
Como hemos dicho antes, una de las claves, está en el tipo de grasas que inciden de distinta manera en el organismo. Mientras que las grasas saturadas afectan a las membranas celulares, incluyendo las de las neuronas y aumentan los riesgos cardiovasculares, las monosaturadas que se consumimos en aceitunas y nueces no solo son más sanas, sino que, potencian la memoria.
No se dispone de tratamientos efectivos contra las enfermedades neurodegenerativas, por ello las investigaciones se orientan también al estudio de los factores que pueden prevenirlas o ralentizar su evolución. Uno de ellos, es el estudio de las diferentes dietas, su distribución geográfica y la prevalencia de las enfermedades.