Quienes hayan visto la película de 2003 Good Bye, Lenin! recordarán la historia en la que el protagonista recrea para su madre enferma el ambiente de la desaparecida RDA. La madre, una mujer entregada a la causa socialista después de que su marido la abandonara y se exiliara en la Alemania Oeste, sufre un infarto. La mujer queda en coma durante ocho meses, durante los cuales cae el muro y se produce la unificación del país, por lo que despierta ignorante de los cambios políticos y sociales que se han producido. El joven mantiene para su madre un mundo irreal para evitar que sufra un nuevo ataque al corazón.
En Dresde, el director de una residencia de ancianos del este de Alemania decidió montar un cine y para hacer especial el estreno llevó una moto Troll, muy popular en los tiempos de la RDA. Muchos ancianos, la mayoría afectados por la demencia, habían tenido una moto similar en su casa hacía años y empezaron a recordar vivencias ligadas a los paseos y excursiones que hacían con ella. Los ancianos recobraban con la moto un mundo que había desaparecido no solo en su cabeza, sino en el mundo real.
Tras la experiencia, se decoró una habitación como hubiera sido hace 50 años en la Alemania del Este. En ella los residentes podrían desarrollar algunas de las rutinas que hacían entonces, como encender la estufa de carbón de hierro, limpiar los zapatos, cocinar con los cacharros de la época o cantar las canciones de entonces. Los pacientes recobraban habilidades, hablaban, eran menos agresivos y aumentaba de manera notable su bienestar. Eso animó a ambientar otras dos habitaciones para el recuerdo, una para los años 60 en la que se recrea una tienda de ultramarinos con productos propios de esos años y otra de los años 70 con papel de pared sicodélico y objetos de la época.
Para los participantes en las salas del recuerdo es como estar en el túnel del tiempo. En las salas hacen actividades y se sienten en un mundo reconocible. Mejora su autoestima y las relaciones tanto con sus iguales como con los cuidadores, a los que incluso les enseñan cómo funcionan los antiguos aparatos.
Según los investigadores, las personas con demencia pueden generar emociones positivas y mejorar su calidad de vida su conectan con aspectos determinados de su biografía. En el caso de las personas mayores de la antigua RDA, sus recuerdos pertenecen a un mundo del que ha desaparecido casi todo y en el que millones de ciudadanos tuvieron que adaptarse a marchas forzadas a un nuevo sistema de valores.
Interesante iniciativa que quizás visitemos en alguno de los viajes geroasistenciales que organizamos en Inforesidencias.com
Las habitaciones del recuerdo son una interesante experiencia que con seguridad puede trasladarse a las residencias de nuestro país.