La mayoría de las personas mayores no disponen de los conocimientos ni medios tecnológicos que les permitan hacer transacciones bancarias desde sus casas. Sin embargo, y a pesar de ser unos clientes que aportan un alto porcentaje de sus fondos y que, además, están obligados a percibir sus pensiones a través de sus cuentas, los mayores han visto reducidas, cuando no desaparecidas, las sucursales bancarias cercanas a sus casas o a las residencias para la tercera edad.
Tampoco se sienten acompañados en sus dificultades y en ocasiones la dificultad se acrecienta por limitaciones de horarios o ausencia de personal para atenderles, pues hay localidades pequeñas en las que, si hay suerte, la única posibilidad de tener dinero en efectivo es un cajero; si no hay suerte, ni eso. El cierre de oficinas es dramático en poblaciones con un porcentaje de personas mayores que no se pueden desplazar a núcleos más grandes, con poco comercio de proximidad que admita pagos electrónicos para gastos pequeños como un café o una barra de pan y para la que es muy complicado pagar a través de tarjeta o teléfono.
La demanda de Carlos San Juan, que puso en marcha l campaña «Soy mayor, no idiota» ha sido un aldabonazo para poner esta discriminación por edad en primera línea y que se considere un problema grave para la accesibilidad y autonomía de personas mayores y también para otros sectores de a población con dificultades por diversos motivos. La ha tenido una extraordinaria repercusión y apoyo en las redes sociales y ha obtenido más de 600 000 firmas.
Aunque se trata de una reivindicación de años, no es hasta ahora cuando gracias a la campaña parece que se empieza a tomar conciencia y a exigir a los bancos que sean accesibles para todos los clientes, incluidos aquellos que viven en pueblos con poca población, los que deben coger varios autobuses para ir a una sucursal y para quienes no tienen los medios o les es difícil manejar recursos tecnológicos que, cada vez más, son obligatorios para ciertas operaciones. Las ganancias desmesuradas de las entidades hacen todavía más sangrante el maltrato que se le da a los clientes mayores.
Carlos San Juan ha entregado las firmas en el Registro del Banco de España y ha tenido un breve encuentro con la ministra de Hacienda Nadia Calviño. El Gobierno es ha comprometido a redactar un protocolo de actuaciones para favorecer la accesibilidad de las personas mayores a las entidades financieras.
La campaña cuenta con el apoyo de la asociación de usuarios financieros Asufin. Carlos San Juan se ha entrevistado también con las patronales bancarias AEB, CECA y UNACC.
Esperamos que las campañas publicitarias de una banca amable y accesible pasen ya de ser solo eslóganes a hechos.