Las personas mayores ya no son tan religiosas como en décadas anteriores

17/07/2018

El proceso de secularización de la sociedad abarca a todas las franjas de edad. Aunque persiste la imagen de personas mayores que acuden a las iglesias no solo para actos sociales como bodas o funerales, cada vez es menos frecuente entrar en un templo a cualquier hora y ver a una persona mayor, generalmente mujer, arrodillada rezando.

Los datos del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) son muy evidentes. El número de encuestados mayores de 65 años que responde que casi nunca va a oficios religiosos se dobló desde el año 2000, hasta en abril de este año el 41,9 %. Además, desde esa misma fecha, el número de ateos y no creyentes mayores de 65 años se ha doblado hasta llegar al 10,7 %. Esto no incluye los actos sociales que tienen como centro las iglesias: los ya citados bautizos, bodas, etc.

Mujeres mayores en MisaLa tendencia a la baja es llamativa pues no compensa el llamado «efecto edad» que consiste en la tendencia de muchas personas que se vuelven más religiosas cuando a lo largo de la trayectoria vital suceden acontecimientos dolorosos, se madura o se tiene más consciencia de la propia mortalidad. Este convertirse en personas más devotas o apegadas a la religión se denomina «gerotrascendencia». 

En España, como otros países desarrollados, hay una clara brecha generacional en materia de religiosidad con 18 puntos de diferencia entre el grupo de 18-39 años y los mayores de 40. Además, la tendencia a la «gerotrascendencia» pierde fuerza, de manera que las personas mayores religiosas que se incorporan al culto no compensa en número a las que fallecen. Las causas están el profundo cambio que han supuesto el desarrollo económico, la mayor educación, la libertad y los cambios en la concepción general de los valores que se asocian cada vez más a razones éticas y cívicas que a creencias religiosas. 

En España están llegando a los setenta años generaciones que reaccionaron a una sociedad de valores tradicionales religiosos impuestos. Esta circunstancia, el haber llegado a una sociedad más abierta y plural en la que no se debía seguir de manera obligatoria las creencias de los padres, llegó tarde a España, pero llegó.

Para la iglesia católica la pérdida de influencia en una realidad, a pesar que el calendario laboral y escolar, así como ciertas festividades y actos sociales, como las procesiones, marcan la vida de todos, sean católicos, agnósticos, ateos o profesen otro credo. En las instituciones, partidos, medios de comunicación, etc. ya no se cuenta como antes con la presencia destacada de dirigentes católicos declarados ni las organizaciones religiosas tienen el poder de influencia de hace pocas décadas.

En muchos aspectos, no solo hay desafección de la sociedad ante la influencia religiosa, sino que se presenta abierto rechazo, y los mayores no son una excepción.

No obstante, en los pueblos y barrios de las ciudades sigue siendo importante la parroquia. Muchas residencias para la tercera edad están gestionadas por grupos vinculados o que directamente pertenecen a la iglesia católica y no son extrañas las residencias geriátricas que tienen capilla o que si no la tienen ofrecen servicios religiosos. 

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