Según una encuesta realizada por la Fundación Edad & Vida, un 77 % de las personas mayores reconoce que no bebe la cantidad que debiera. Es necesario que en los sitios en los que se puede controlar este problema, como las residencias de mayores, se lleven a cabo acciones de concienciación y por acciones activas estimulación para ingerir líquidos.
Según la European Food Safety Authority (EFSA), la ingesta diaria adecuada de líquidos incluye de forma general 2 litros para las mujeres y 2,5 litros para los hombres. El 80 % debe de proceder de las bebidas, incluida el agua, y un 20 % de los alimentos.
Es importante controlar el aporte de azúcar añadido, pues con la excusa de hidratar podemos añadir azúcares o aditivos de manera indeseable. Por eso es mejor aumentar el consumo de ciertos alimentos con alto contenido en agua como frutas y verduras (melón, sandía, naranja, pomelo, uva, zanahoria, pepino, etc.) y dejar de lado, o moderar su consumo, refrescos o zumos industriales.
Según la Guía de buenas prácticas clínicas en geriatría: alimentación, nutrición e hidratación en adultos y mayores de la Sociedad Española de Geriatría y Gerontología (SEGG), es muy recomendable comenzar el día con un vaso de agua de 200 ml para facilitar la motilidad intestinal; aumentar la ingesta de líquidos en ambientes calurosos y antes, durante y después de actividad física, además de elegir las bebidas en función del nivel de actividad física, temperatura ambiental, necesidades fisiológicas y estilo de vida. La temperatura debe ser moderada (entre 8 ºC y 14 ºC).