Ya hemos hablado en Inforesidencias de proyectos que investigan para desarrollar productos con menos sal, menos grasa… en definitiva, adaptados a las necesidades de las personas mayores en cuanto a una alimentación sana.
Un incentivo fundamental es mejorar el placer en el momento de comer. Actualmente, la oferta específica de alimentos para personas con dificultades de deglución, intolerancias… no está suficientemente desarrollada, por lo que no hay alimentos variados ni gustosos que estén envasados de forma atractiva, y eso desmotiva a los destinatarios. También se trata de eliminar el riesgo de contaminaciones cruzadas.
La investigación está en marcha y se esperan resultados en tres niveles: el científico, para conocer la evolución y la percepción de la textura durante el procesado de alimentos, las preferencias y los gustos con la edad y la evolución de nutrientes —vitaminas, minerales, fibra y agua— durante el procesado y la preparación; el tecnológico, que se centra en el diseño, el desarrollo y la evaluación de nuevos procesos de mejora de gusto, textura, valor nutricional y seguridad, de preparaciones innovadoras y de envases adaptados tanto a losmayores como a sus cuidadores; y el industrial, que pretende aportar especificaciones funcionales para estos alimentos, presentar directrices para procesarlos y envasarlos y demostrar los beneficios y la accesibilidad de las ideas surgidas.
El proyecto se centra en frutas y verduras. Estos alimentos forman parte de una dieta que la gente mayor ya conoce y aporta una gran diversidad de gustos y preparaciones, lo que evita la monotonía en las comidas y refuerza la presencia de agua, fibra, minerales y vitaminas. Además, tiene un gran potencial para la preparación y formulación de nuevas texturas.
Para desarrollar cada producto se han seguido cuatro fases: definición de las necesidades, diseño, análisis y ensayos con consumidores.
Los envases elegidos para son, principalmente, bolsas metalizadas de 1 kg, bolsas de 200 g, tarros de 100 ml, botellas de 250 ml y envases de 160 ml. Para el procesamiento se ha trabajado con técnicas de estabilización como el autoclave, el intercambiador de placas, el calentamiento óhmico y las altas presiones.