Recientemente leíamos en el perídico Levante:
El responsable de la Dirección
General de Tráfico (DGT) dejó claro que el envejecimiento «no
es un problema» para la conducción, ya que no tienen altas tasa
de siniestralidad al volante, aunque sí como peatones, pero la edad hace
que se produzcan alteraciones que afectan básicamente a la vista, al
oído y a la motricidad. Así, disminuye la agudeza visual, se reduce
el campo de visión, aumenta el tiempo de adaptación a los cambios
de luminosidad. De hecho, más del 30 % de los mayores de 65 años
presentan serias deficiencias o severos deterioros en la visión.
También disminuye la agudeza auditiva, y más del 25 por ciento
de los mayores de 65 años presentan deterioros significativos de la capacidad
auditiva. Y disminuye la capacidad de captación y procesamiento de la
información de la carretera y la capacidad de reflejos, es decir, de
respuesta ante bruscas incidencias, dijo el director de Tráfico. «No
es un problema de accidentalidad, ni nadie se propone prohibiciones, se trata
simplemente de reflexionar sobre este fenómeno y, entre todos y, especialmente
con ellos, ver la forma y modo de valorar esta situación y adoptar las
medidas que la elemental prudencia puede aconsejar», comentó. Durante
el año 2004, de los 162.000 conductores implicados en accidentes con
víctimas, sólo 7.547 eran mayores de 64 años, lo que representa
tan solo un 4,7% del total.
Navarro comentó que en
España afecta especialmente la conducción por mayores, «porque
el litoral español se ha transformado en una zona residencial para jubilados
europeos, que se han ido comprando residencias o viviendas unifamiliares en
urbanizaciones no cubiertas por el transporte público, es decir, dependientes
del automóvil». En la actualidad, aproximadamente 2.300.000 personas
mayores de 65 años tienen permiso de conducir, es decir, el 10 por ciento
del censo de conductores en España. Navarro puso como ejemplo que para
que los mayores dejen el coche en casa una experiencia de Estado Unidos en la
que una empresa pone a disposición un chófer a cambio del vehículo
y los trayectos necesarios se van pagando con el valor del coche.
Parece que la reflexión
a que se refiere el Director General ha sido hecha por el Grupo de Investigación
del Envejecimiento (GIE) de la Universidad de Barcelona. Ya que, en palabras
de su director, Ricardo Moragas (Aparecido en La
Vanguardia):
Una las manifestaciones de la libertad individual que reconocen todas las constituciones políticas es la movilidad personal para desplazarse en el espacio. Esta movilidad se hace efectiva con frecuencia por medio del transporte privado, en concreto, el automóvil, que posibilita libertad de horarios, paradas y destinos en los traslados (con permiso del resto de los ciudadanos-conductores como en cualquier tipo de libertad). Los conductores de edad avanzada crecen en número y, a tenor de la curva demográfica, lo harán todavía más en el futuro, por lo que resulta útil conocer las características comunes que presentan como conductores. Una de ellas es que tienen menos accidentes que el resto de los conductores. Sí, está bien expresado, tienen menos accidentes de tráfico, según señala el estudio Los conductores sénior,realizado por el GIE de la Universitat de Barcelona para la Fundación Abertis. Ahora bien se ven involucrados en más accidentes de circulación que el resto de los ciudadanos... como peatones.
¿Es una paradoja que los conductores mayores tengan menos accidentes que los más jóvenes? ¿Cómo puede ser si con la edad declinan todas las facultades físicas, sensoriales (vista y oído) psíquicas (memoria, atención), etcétera? La explicación se halla en la estrategia que adopta el conductor sénior; recordemos que uno de los criterios para envejecer bien consiste en adaptarse a la sociedad, la cual se halla frecuentemente en contradicción con los valores y hábitos de la persona mayor. La persona que se adapta goza de mayor calidad de vida y eso es lo que ha identificado el estudio GIE, una estrategia de adaptación global del conductor mayor para un proceso complejo como es el conducir y que él quiere mantener.
Los conductores mayores reducen los factores de riesgo del ambiente y potencian su capacidad de conducir. Por una parte evitan las ocasiones con mayor riesgo de accidente: tráfico intenso, noche, lluvia, viento y, por otra parte, reducen la velocidad, la duración del viaje e incrementan los descansos. En otras palabras, se adapta la conducción a la fisiología y psiquismo de la persona mayor, que aun con reducción de sus potenciales, no incapacitan para conducir.
¿Cuándo pues la edad impide la conducción segura? Nunca. La incapacidad no es cronológica sino funcional y para ello están los médicos y psicólogos de los organismos examinadores para dictaminarlo.Yvalga una nota favorable para nuestra legislación, la revisión de los permisos es una forma de prevención de accidentes que países de nuestro entorno no tienen. Sin embargo aparecen problemas cuando sobreviene la limitación y la revisión está lejana. Existen algunos enfermos en fases iniciales de alzheimer que conducen por nuestras calles y ¿quién es el hijo que le quita el permiso, el derecho a la libertad a su padre? En Estados Unidos existe un documento suscrito voluntariamente por el conductor en el que se autoriza a un familiar o apoderado para que le retire el permiso, si existen manifestaciones de riesgo inevitable para sí mismo o los demás. Y ello sería perfectamente válido en nuestro derecho.
¿Podría
enseñarse la estrategia de conducción segura a otras edades o
se desarrolla solamente como mecanismo de supervivencia al volante a edades
avanzadas? Si pudiera enseñarse a los jóvenes y éstos la
adoptaran nos encontraríamos con una medida mucho más eficiente
que las multas o el alcoholímetro. Recordemos que en España se
producen más de 150.000 accidentes de circulación y más
de 4.000 muertes, por lo que cualquier instrumento para reducir dichas cifras
sería una bendición.