El proyecto europeo GYMSEN ha desarrollado una herramienta de formación para mejorar la capacidad sensorial y el estado nutricional de las personas de la tercera edad. Este proyecto, en el que participa AINIA, tiene como objetivo la conservación de las capacidades sensoriales de las personas mayores, especialmente de los sentidos del gusto y el olfato, así como el mantenimiento de su capacidad cognitiva, con el fin de prevenir o retardar su deterioro funcional y cognitivo.
Esta herramienta propone diferentes actividades, en función del perfil de cada participante en el proyecto, para ejercitar las capacidades sensoriales en la tercera edad y frenar la degeneración de los sentidos del gusto y el olfato asociados a la falta de apetito en el envejecimiento.
Previamente, y dependiendo de cada caso concreto, sus profesores, terapeutas o cuidadores han realizado un curso con el que han adquirido el conocimiento sobre el manejo de las herramientas, que les está permitiendo evaluar con mayor eficacia los resultados de las actividades sensoriales realizadas con estas personas mayores.
Durante períodos de tiempo de 9 a 11 semanas, los mayores seleccionados para la realización de este proyecto están expuestos a diferentes estímulos de sus capacidades sensoriales con distintos niveles de dificultad para conocer: su nivel de identificación y reconocimiento de olores, sabores y aromas; descripción de olores y aromas; juegos de memoria olfativa y gustativa. Además, también se realiza la descripción de recuerdos tras oler, saborear y manipular distintos alimentos.
El envejecimiento viene acompañado de cambios psicológicos y fisiológicos que conducen a una merma o pérdida de nuestros sentidos. Los expertos estiman quecerca del 90 % de los pacientes mayores de 80 años presenta alteraciones del apetito asociadas a la disminución de sus necesidades físicas y a que perciben los sabores y olores de forma distinta.
Esa disminución de las capacidades sensoriales que permiten distinguir las características organolépticas de los alimentos, eleva el riesgo de malnutrición y de carencias nutritivas, y puede provocar consecuencias en latercera edad como la pérdida de apetito (hiporexia), infecciones u otras alteraciones con graves consecuencias para la salud.